Capítulo31

Además, hoy la señorita Sánchez vino a su habitación. Le advertí especialmente que la caja en

la mesita de noche es muy importante para el señor, así que no la sin cuidado.- Mientras hablaba,

Alba María miró significativamente a Beatriz, cuya expresión estaba llena de resentimiento. Ella

se refirió a Irene como Señora delante de Beatriz, con el propósito de provocarla y presionarla a

decir la verdad.

– Fui yo quien tiró esa caja. – ¡Beatriz no pudo contenerse y confesó involuntariamente!

—¿Dónde lo tiraste? – malhumor apreció débilmente entre las cejas de Alejandro.

– ¡Ale, ¿por qué te importa tanto lo que Irene te haya regalado? Ya están divorciados, y ahora yo

soy tu prometida.

Aprecias tanto el regalo que te dio, ¿me has considerado?

Los ojos de Beatriz se llenaron de lágrimas. Ella interpretó a la perfección la escena de llanto

enseñada por su tía con perfecta competencia.

– Deja de decir tonterías, ¿dónde la tiraste?

Al final, Alejandro ignoró las lágrimas de Beatriz y su tono era más frío que antes, lo que la dejó

tan asustada que incluso Beatriz olvidó llorar.

– En, en el cubo de basura del patio trasero…

Alejandro corrió al patio bajo la lluvia, arremangó las mangas de su camisa blanca y buscó en el

cubo la caja que había sido tirada.

¡Ale! ¡Deja de buscar, por favor! Está demasiado sucio. – Beatriz estaba parada

llamó.

¿Sucio?

Hernández sabe que cuando él era

con sólo cinco años de edad, él buscaba en innumerables cubos de

latas de aluminio para vender

el vertedero. Estaba demasiado familiarizado con

por lo

Alejandro encontró la caja sucia

corrió para ayudarlo a sostener el paraguas y él no podía

la caja.

ojos se tornaron rojos

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ver que el traje impecable y libre de polvo, ahora

irreconocible.

se volvió lentamente hacia Beatriz,

sofocada

la caja y pasó frente

¿Te has enamorado de Irene? ¿Te arrepientes

de valor y le agarró de los

No.–pecho de Alejandro se agitaba con emociones

Muy agraviado.

cosas y

las cosas que Irene te dio?

me ponga enfadada?– Beatriz se volvió

decidida.

¿Qué más quieres que haga

a poco y respiró hondo. – Ya me he divorciado

si mi abuelo me presionara,

tú, rompiste sus cosas, rasgaste la

luego

en discordia, lo que provocó que fuera

desaparecido de mi vida, pero parece que

suficiente!

unas pocas palabras, Beatriz fue humillada y clavada

cabeza hasta los pies. La sensación de frío se

él ya lo sabía todo

hacer eso? ¡Hice

relajó, pero su

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