apítulo63

Porque estaba preparada en cualquier momento para divorciarse de Alejandro. Llevaba encima el

certificado de matrimonio por supuesto.

Y esta vez, el certificado de matrimonio se convirtió en el arma para atacar contra las que habían

confundido lo negro con lo blanco.

Las dos hijas de la familia Sánchez ya no tuvieron más remedio. Alejandro y Clara eran esposos legales en ese momento. ¿Qué podían decir? Cuanto más hablaban, más daño aguantarian.

¿Quién es la amante? ¿Quién no debe presentarse aquí? Piensen todos.

Después de decir eso, Clara guardó el certificado y se fue con la mirada sorprendida de todos. Solo

Beatriz permanecía allí, muy avergonzada y furiosa.

Quedaban menos de cinco minutos para el comienzo oficial de la subasta. Casi todos los invitados

ya llegaron y se sentaron.

Ema y Leona se sentaban en la tercera fila. Al abrir la puerta, los ojos de Leona ya se clavaron

directamente en Alejandro.

¡Qué guapo es!

La actividad de beneficencia celebrada por los Rodríguez es de alta calidad y con estricta

vigilancia. Hice todo lo posible para persuadirles e incluso rogarles, pero no nos cambiaron por la

primera fila.

Ema canturreó y dijo:

descuida. Te buscaré sin falta una oportunidad algún día para que

rostro tan bello y noble nacimiento, Rodrigo se enamorará de ti sin

Rodrigo era famoso por su carácter de Don Juan en la Ciudad

los Rodríguez, Ema decidió con

Rodrigo.

Rodrigo. Por supuesto

y Rodrigo son

indiferentes. ¡Ella no podía aguantar que rogara a aquel hijo

¿Dónde está Noa?

Mamá, ¿puedes no llevarla afuera la próxima vez? Siempre huye por todas partes. Cuando un cámara se fijó en ella, estaba de mal humor. ¡Qué vergüenza! – Leona detestó a

hermana tiene algún problema. Ahora ya tiene veinte años. Tengo que sacarla más de casa. Si a alguien le gusta ella y quiere casarse con ella, la casaré lo más pronto

terminado una molestia –

a punto de vender a su hija, como si dos años después

pudiera venderla.

la madre y la hija de los Sánchez,

el salón de subasta había unas diez filas de asientos. Las dos vinieron de gala, pero ahora

última fila, ¡la fila más

la primera fila. ¡Quiero sentarse a su

sin paciencia y se

pasos

señorita. Todos los asientos son fijos

podéis detenerme? ¿Sabéis quién soy? – Beatriz

y preguntó

presidente Hernández – la

se quedaba pasmada y

asientos de hoy fue organizado

esposa del presidente

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