Capítulo95

Durante todo el camino, Clara y Alejandro se sentaron juntos, pero ella evitaba su mirada, siempre

enfocada en el paisaje a través de la ventana. Su rechazo hacia él se percibía claramente en su

actitud. De vez en cuando, Alejandro intentaba unas miradas furtivas y varias veces intentó

hablarle, pero le costaba encontrar las palabras adecuadas.

La casa privada de Fernando se encuentra en la bahía de Luna en la Ciudad de México, rodeada por

montañas, tranquila y serena, con una sensación de estar oculta en la ciudad.

-¡Abuelo! -Clara entró por la puerta y su expresión cambió instantáneamente, con sus ojos

brillando como una luna nueva y una voz clara como el canto de un ruiseñor. En realidad, se sentía

un poco inquieta por el asunto del brazalete y tuvo que hacer mucho trabajo psicológico para

atreverse a entrar.

–Irene, mi buena niña, te he echado mucho de menos. -Fernando estaba sentado en su silla de

ruedas, empujado por su secretario Adrían. Al ver a su nuera, su espíritu, que había estado decaído

durante varios días, se reanimó al instante y sus cejas casi se alzaron

-¿Dónde has estado estos días, nena? ¿Ya no me quieres? ¿Ya no me amas? -Fernando agarró la

mano de Clara con fuerza y empezó a saludarla afectuosamente.

Alejandro frunció el ceño con desagrado, pensando que este viejo era realmente un viejo libertino.

años, todavía hablaba de esa

estado ocupada con el trabajo últimamente y también he tenido un

he tenido tiempo de contactarte. Es culpa mía, por favor regáñame. -Clara se

y con

puedo regañarte. Ver que estás aquí ya me hace muy

Alejandro con desaprobación.

fuera por algún bastardo de corazón cruel y

nuera todos los días. ¡No habría necesidad

se congeló y no supo qué decir. Alejandro frunció el ceño,

haber venido esta noche, porque iba a

cuadro. No he querido

seas la primera en verlo!-Fernando tomó la mano de Clara con

hacia la biblioteca.

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valorarlo, abuelo?” Clara sonrió ligeramente

has descubierto!-exclamó Fernando

Clara y se sorprendió de repente.

pero nunca supo que era tan elocuente, que

valorar arte. No podía creer

que quería verlo por sí

madera de sándalo de la biblioteca, Adrían ya se había puesto los

cuidado desplegó el

cuadro que acabo de conseguir. Ayuda a tu abuelo

lleno de expectativa.

abuelo–respondió Clara con elegancia, sosteniendo una lupa

izquierda detrás de la

y pensó que

anciano sabio escondido dentro de su

el brazalete en su muñeca izquierda y

no

el pintura ‘Templo budista en la montaña‘ del gran artista chino

Clara con una sonrisa en los labios y una

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