Capítulo357

Noa, con su rostro delicado y pálido, parecía frágil como una motica de algodón, se comportó instintivamente como un animalito que buscaba refugio ante un peligro inminente, y se acurrucó

en los brazos del hombre.

Rodrigo bajó la mirada con los ojos entrecerrados, sintiendo un escalofrio

La sensación húmeda y de sudor frio de la chiquitina se mezcló con su propia piel cálida a través de la fina camisa negra que llevaba. Su respiración se volvió más profunda y su instinto lo llevó a

apretar los brazos involuntariamente.

-¿Hermana coliflor? -la llamó suavemente, sorprendentemente.

-Noa mantuvo sus ojos cerrados, agarrando la suave tela de su camisa, sin decir una palabra.

Una sonrisa se asomó en el rostro de Rodrigo, y preguntó en voz baja, -¿Estás herida?

Noa apoyó su frente en su pecho y negó con la cabeza en silencio.

Su gesto tierno le generó un sentimiento de compasión.

Los dos guardias de seguridad, al ver que el joven Rodríguez había llegado, cambiaron su actitud por completo y se inclinaron respetuosamente para saludarlo.

-¿Qué pasó justo ahora? -Rodrigo mantuvo a Noa en sus brazos, pero su tono era despreocupado

mientras les preguntaba.

cortesía. -Estapequeña es una fan de la señorita Ada Gutiérrez, pero no tenía invitación y aun así intentó entrar. Intentamos persuadirla de muchas

escuchaba, así que…

medidas? -Rodrigo levantó una

un misterio profundo.

es que hayamos tomado medidas directas. Solo estábamos cumpliendo con nuestro deber, impidiéndole la entrada,

de tan ruda

luego se inclinó hacia Noa, susurrándole suavemente

¿Quieres que tu hermano

atreverse a mirarlo, afirmó tímidamente, pero

mano derecha en el bolsillo

¿puedo interferir en asuntos

a los dos guardias

la nuca de Noa, acariciando su cabello húmedo -Bien, con esas palabras, me siento

colgar, Rodrigo ayudó a Noa a enderezarse y realizó un gesto

los entrenados guardias del grupo Rodríguez rodearon a los dos guardias de seguridad,

grupo de guardias. Después

-¡Ah!

-Mmm…

que nada quedaba. Noa no podía ver

lo más profundo de

que estaban arrodillados ante él. Recibió una toalla de un guardia del Grupo Rodríguez y limpió

a la señorita Hernández, ¿de nada sirven tener esos ojos

mientras miraban

ante ella, suplicando

pedimos disculpas! ¡Nuestra ignorancia es imperdonable! Le

que nos perdone.

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