Capítulo534

-Sr. Hernández

¿Señor. Hernández!

César estaba muerto de miedo, y estaba ocupado pulsando el timbre de llamada junto a la cama,

mientras tanteaba para sacar un pañuelo de papel para ayudar a Alejandro a limpiarse los labios

que habían quedado con rastros de sangre: -¡Señor Hernández! No puede seguir así. ¡No se enfade.

más con la señorita!

Ya que la señorita ha enviado la medicina, ¡será mejor que se la tome rápido!

-No.

Alejandro soportó el fuerte dolor en su pecho, su actitud era obstinada, y sus ojos mostraban una

tristeza sombría: -Esta es mi…… única en este momento, la única oportunidad de que regrese a mi

lado y llevarme bien con ella.

Incluso si bloqueo mi vida, todavía quiero ver a Clara, ¡tengo que luchar esta vez!

-¿Qué? ¿El hijo de puta se niega a tomar su medicina? ¡¿Por qué?!

Clara todavía estaba cenando con su familia en el restaurante cuando Aarón la llamó para

transmitirle el asunto, ¡enfureciéndola con el pecho congestionado y sin apetito en absoluto!

sólo tomaría la medicina si

ojos enfadados y dijo con rabia: -¡Este tipo

llevarla al límite! Tú le ayudaste, pero él no lo apreció, incluso se desea

ha tomadoa sí mismo demasiada importancia! En

lo que has podido, en mi opinión, ¡déjale vivir su propia vida, que ya no te

a la

fue como un ligero viento delante de Aarón, volviéndose a cambiarse

-¡Señorita!

su apresurada marcha, llevando su

asunto de Alejandro, cuando el estuvo herido y hospitalizado, no lo

Hernández.

su posición, incluso su propia condición física tenía

Hernández, hay demasiadas personas que codiciaban

si sabían que se encontraba en peligro, era probable que se esas

se lanzaran a quitarle

preocupaciones y angustias durante estos años vividos como si

a que no era

persona que vino a visitarlo esta noche fue

no le dijo que había escupido sangre hoy,

que corriera a

-Ay, miserable ah~ miserable.

el sofá, al ver al

no puede dejar de bromear: Dime cómo

hace unos meses, nuestro señor

pestañas de Alejandro se levantaron ligeramente: -¿Qué

una esposa delicada y amorosa en el hogar, y

el fuego de una amante, eso te hacía feliz, y podías disfrutar de

tan enfadado

recuerdo, tan pronto como me conociste, me

hasta la muerte. En cuanto volviste a casa y viste a esa mujer tan atenta,

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