Capítulo694

Enese instante, Jimena estaba justo de pie junto a su madre, luciendo un vestido llamativo que la

hacía parecer una verdadera princesa.

La lamentable escena de Jimena, que antes se frotaba las manos y lloraba mientras se disculpaba

frente a él, había desaparecido por completo. Ahora, su mirada hacia Noa era malévola, deseando

saltar sobre ella y estrangularla.

-Mamá, déjame presentarte-dijo Jimena mientras clavaba su mirada en Noa con una sonrisa

siniestra y aterradora. -Ella es Noa, la cuarta señorita de la familia Hernández, de la que te hable,

recuerdas. Fue mi compañera de clase en la escuela secundaria. Ahora es la novia de mi hermano

Jaja… ¿No es una coincidencia increíble? ¿No es aún más cercana a la familia ahora?

Cuando Noa escuchó las palabras “novia”, sintió como si un agudo alfiler atravesara su corazón, su

rostro se enrojeció y bajó tímidamente la cabeza, avergonzada.

Su extrema inseguridad la llevó a querer apartar su mano del cálido agarre de Rodrigo. Sin

embargo, Rodrigo parecia escuchar su voz interna y se negaba a soltarla, abrazándola con más

fuerza.

-Jimena, ¿no has dicho ya lo suficiente? -La mirada del hombre se tornó sombría ligeramente y

su voz sonaba enfadada.

confiada por el respaldo de su madre, continuó riendo descaradamente. -Hermano

enojado? ¿O es que solo te atreves a mimar a

y no te atreves a llevarla a casa para

sea una simple enferma, ¿cierto? Sabes que no es digna de ser la señora de la familia Rodríguez,

que alguien humillara a la persona que amaba

llenaron de

detrás de

rísa desdeñosa. -Si no hubiera tocado tu

tiempo para discutir tonterías contigo-respondió Rodrigo. Después de todo, era un hombre de verdad y no podía pelear y gritar

ese momento, la señora Isabella,

serio habló de repente.

apretando aún más la mano

fría y desoladora.

mostró una ligera sonrisa mientras se

pareja de enamorados.

esa sonrisa la que hizo que Rodrigo bajara su guardia

se diera cuenta, cuando la señora Isabella llegó frente a Noa, su

de repente levantó la

¡Pam!

mejilla ardía y le dolía, lágrimas

sus ojos.

-¡Mamá! ¿Qué estás haciendo?

estrechos, llenos de sorpresa y

consumir su

resentimiento y dolor, incapaz de

por lo tanto

la madre

una mujer digna para

ignoró por completo la furia de Rodrigo y miró fríamente

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