Mi Frío Exmarido

Capítulo 152

Capítulo 152

Rufino levantó la voz con entusiasmo y todos en la oficina se tensaron, dirigiendo sus miradas hacia Dorian.

El les echó un vistazo y sin querer echar a perder el buen ánimo, asintió suavemente: “Vayan, disfruten.”

En cuanto terminó de hablar, se sintió un suspiro colectivo de alivio en la oficina.

Excepto Amelia.

Ella acababa de colgar el teléfono y no había notado los sutiles cambios en el ambiente. Miró alrededor con confusión, sin el alivio que mostraban los demás, pero tampoco con desilusión, solo con una serenidad pensativa,

Dorian también notó la calma en el rostro de Amelia y frunció el ceño ligeramente.

Rufino ya estaba organizando cómo se iban a repartir los carros.

Quién iria con quién estaba claro y organizado.

Una vez que todo estuvo arreglado, se volteó hacia Amelia: “Amy, vámonos en mi carro.”

Ella asintió: “Claro, vamonos.”

El resto empezó a apagar sus computadoras y a recoger sus cosas, emocionados y en grupos, ya salían en bullicio.

Dalia se acercó a Amelia y con familiaridad, enlazó su brazo con el de ella: “Jefa, yo te acompaño.”

Pero al ver la mirada que Dorian le lanzaba, su movimiento se congeló un poco y su expresión cambió a una mezcla de cautela y nerviosismo, con respeto le hizo un gesto con la cabeza a Dorian: “Sr. Ferrer.”

Amelia, algo confundida, miró a Dalia y luego a Dorian.

Él asintió con tranquilidad, su expresión inmutable.

Rufino se inclino para tomar las llaves del carro de su escritorio y las llamó: “Vamos.”

Luego salió tras el resto hacia el elevador.

Dalia emocionada, tiró de Amelia para alcanzar al grupo.

espacio de la oficina se vació de repente,

multitud, miró hacia

oficina ahora vacía, se

sintió una punzada de compasión y se atrevió a preguntar: “¿No

miró, sus ojos oscuros brillaban

se sintió un poco incómoda bajo su mirada y con una sonrisa nerviosa dijo: “Después de todo, el trabajo

preocupes por Dori, para él el trabajo es su mayor

molesta por cómo lo describia

de tantos años siendo

Dorian no quisiera ir era más porque no quería

no era tan afable y carismática como la de Yael Rufino; su presencia era imponente y con él allí, era normal que los

fruncido de Amelia y, al ver que las puertas

“Vamos”

agregó: “Sr. Ferrer, nos vamos,

levemente, su mirada superó a Rufino y se fijo en Amelia, que luchaba

la multitud del

se

tenia una

dándose la vuelta

no

de él el pasillo largo y silencioso se extendia solitario

en su pensamiento, hasta

detuvo rápidamente en el

Todos salieron alegremente.

Amelia y Dalia

agarrando el brazo de Amelia, se giró hacia Rufino mientras caminaban y pregunto: “Sr.

vamos a

mientras sacaba las llaves del coche y pulsaba el control

del auto

Rufino dijo: Por aqui.”

Amelia

se detuvo

Rufino la

vergüenza: “Olvidé algo, adelántense ustedes, luego tomo un

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