Mi Frío Exmarido

Capítulo 623

Capítulo 623

Fabiana y su acompañante masculino no se percataron de Dorian, quien ya había tomado la escalera mecánica solitaria hacia el piso superior.

El hombre que seguía a Fabiana con la actitud de un guardaespaldas, asintió levemente: “Si, yo también me enteré hace poco.”

Aunque el rostro del hombre era desconocido para muchos, Dorian lo identificó al instante. Era Otto Samper, el hermano de Fabiana, a quien habia mandado vigilar y habia hecho todo lo posible para que regresara al pals.

Pero en ese momento, no tenía tiempo para preocuparse por Otto y Fabiana; su mente estaba completamente ocupada con la nueva información sobre que el crucero Real Maritimo habia atracado en el puerto de Valverde la noche del incidente con Amelia. Su corazón, que se habia calmado, comenzó a latir con fuerza una vez más ante la sorpresa de esa noticia.

Recordaba que el Real Maritimo pertenecía a Alejandro Terrén y que hacia unos meses había estado a bordo de ese mismo barco.

Mientras la imagen de salir del ascensor y ver el cartel del hospital cruzaba su mente, Dorian giró sobre sus talones y salió apresuradamente del centro comercial, llamando a Yael por teléfono mientras caminaba: “Revisa dónde está Alejandro ahora. Quiénes están con él y dónde está el crucero Real Maritimo.”

Yael, que se dirigia hacia la escuela con Rufino, se detuvo un momento, sorprendido por la repentina solicitud de Información sobre Alejandro y el Real Maritimo. Pero como se trataba de un asunto laboral y tanto el grupo Terrén como Esencia estaban en plena disputa por el puerto, no se atrevió a demorarse, incluso si estaba preocupado por Dorian. “Está bien, me encargo ahora mismo,” respondió antes de colgar y dividir tareas con Rufino: él se encargaría de la Investigación que su jefe había pedido y Rufino iria en busca de Dorian.

En el reducido espacio del vehiculo, Amelia observaba cautelosamente a Rafael.

Lo reconocía, era el hombre que habla encontrado en la calle camino a la escuela, el mismo que le había ayudado a recoger su sombrero y se habia presentado como “Rafael“.

Ella estaba a punto de entrar al centro comercial para comprar una maleta para Miranda, cuando de repente ese hombre apareció de la nada, tomando su brazo por detrás y alejándola del lugar con un firme “Tengo que hablar contigo“, para luego arrastrarla hacia su auto.

La puerta se cerró con el seguro en un instante.

Amelia, con el teléfono en mano, le dijo con calma: “Si no abres la puerta, voy a llamar a la policía.”

Rafael realmente parecia conocerla y a pesar de su actitud imponente, no había maldad en su rostro ni en su mirada. Quizá por esa razón, Amelia no sentia miedo ni pánico, solo confusión.

Ante su advertencia, la expresión de Rafael no cambió, solo la miró con la misma tranquilidad: “Amelia, dime la verdad. ¿has perdido la memoria?”

Ella lo miró fijamente, sin decir una palabra, manteniendo su guardia,

Rafael sacó su teléfono móvil, buscó una foto de ambos en Zúrich y giró la pantalla hacia ella: “¿De verdad no te acuerdas de mi?”

los dos con togas

espontánea, pero al mismo tiempo, parecia una pose

a la cámara; en cambio, estaban de lado, ella

en el

discernir, su mente no tenia ningún

en la imagen transmitia una sensación de tranquilidad

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hizo sentir ansiosa y su rostro palideció.

eres tú?“, preguntó con vacilación.

Rafael la miró y habló con voz

“¡Imposible!”

pánico que nunca antes habia

la miraba con tristeza

la misma universidad, estudiamos la misma carrera y teniamos el mismo tutor. Cuando empezaste, yo era el

en su teléfono, pero Amelia, como si temiera que todo lo que él decía fuera verdad, perdió el control y derribó su teléfono, cubriéndose la cabeza dolorida con las manos y retrocediendo hasta quedar pegada a la puerta del coche, pareciendo

expresó con preocupación.

ella evitó su mano con un

No me toques!”

profundizó,

recuperara un poco la calma y lo

los ojos ligeramente rojos: “¿Podemos ir a Zúrich ahora?

su ser dominado por el

pero lo

puerta! ¡Abre la

dolorida, mientras sentia que le faltaba el oxigeno, y la otra mano movia

suplico, abre la puerta!” Al final, su grito debilitado casi se convirtió en un ruego.

por su reacción,

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