Capitulo 404

Jazmin se gird sin hacer ruido y sacó de su mochila un juego de agujas de plata. Camino hasta la came, seleccionó las más largas y sosteniéndolas entre sus dedos, se acercó a Héctor, quien empezaba a mostrar una expresión de pánico en su rostro. Con una sonries le dijo: “Abuelo, si no te sientes bien. déjame aplicarte unas agujas.”

“Esto puede doler un poco, pero no te preocupes, mientras más to duelo, mejor será el efecto.”

Héctor vio las agujas plateadas brillando con un filo especial y se palldeció al instante.

La última vez que Jazmin usó las agujas, le habla dicho que doleria un poco, pero casi lo hizo desmayarse del dolor.

Y esta vez… ¿se desmayarla por el dolor?

Justo cuando Jazmin se estaba preparando para aplicarle las agujas, este se levantó de un salto como si hubiera recibido una descarga eléctrica y con voz fuerte le dijo: “No hace falta, no hace falta, de repente siento que todos los malestares han desaparecido. Me siento muy bien ahora, excepcionalmente bien, no me duele nada.”

Jazmin, con una sonrisa que no era del todo una sonrisa, agitoba las agujas en su mano: “¿Estás seguro?”

“Seguro, seguro,” asentia Héctor mientras miraba las agujas que se movian de un lado a otro en las manos de Jazmin, temiendo que en ese instante se clavaran en su piel mientras el sudor brotaba de su frente.

“Está bien.” Jazmin guardó las agujas.

Hector se tocaba el pecho con una expresión de quien acaba de pasar por un gran susto.

se quedó sin

usualmente imponía respeto

ser intimidado le causaba gracia a Elio.

algo malo le habla pasado a Héctor y venía preocupado

que su abuelo estaba fingiendo.

bien

a hacer algo así

guardar las agujas, Jazmin se giró hacia Elio: “Si el

Jazmin.

ligeramente la barbilla, su voz fria se hizo más baja: “Ir y venir seguro que te

alzó levemente las párpados, mirándolo sin

sus delgados labios se curvaban ligeramente:” “¿Qué quieres para el desayuno? Yo

lo miró fijamente: “Intentas tentarme con el

levemente, su voz em

era haja y atractiva.

que Jazmin le respondiera, le lanzó otra tentación: “También puedo prepararte el

era grande

recordaba lo delicioso que había estado ese desayuno

se mordió el labio, bajando la mirada en señal de reflexión.

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