Capítulo 122

Susana retrocedió dos pasos asustada, refugiéndose detrás de Eduardo,

Eduardo nunca habin permitido que su hija sufriera tal humillación, y menos aún frente a él Inmediatamente dijo: “Sr. Enrique! Susana és una chica, y tú eres mayor que ella, deberías ser indulgente con ella. ¿Cómo puedes

Antes de que Eduardo terminara, Enrique se rio: ¿Estás intentando enseñarme cómo actu?”

Las personas alrededor estaban a la expectativa por el drama.

¿Quién era el hijo de la familia Huerto?

Desde pequeño, solo su hermano mayor Pedro habla logrado controlarlo, nunca nadie ajeno se habla atrevido a darle lecciones.

El rostro de Eduardo se descompuso, diciendo: “De todas formas, yo soy tumayor!”

“Tonterías”

Ennique no le dio a Eduardo ni un poco de respeto.

En este circula, el respeto por la jerarquia solo se mantenia con aquellos que eran más poderosos, no más que una insignificante pequeña empresa que gana unos pocos diez de miles al mes. Si no fuera porque Femanda lo habla invitado, estas personas nunca habrian pisado un lugar como este.

es más que una chica de noche, ¿cómo puedes humillamos a mi y a mi hija por alguien asi? ¡Nuestra familia, después de todo, tiene

con

más peligrosa: “To lo dije, si vuelves a decir esas tres palabras, te arrancaré

quedó inmovil, asustada por

¿cómo una chica de noche podia enfurecer tanto

dijo fríamente. “Abre bien tus estúpidos ojos! Ella es Fernanda, la hija de la familia Sierra. ¿Acaso necesito explicar más sobre el

e quedó atópit

el nombre de Femanda, Susana se sorprendió, al igual que Esperanza, que también se

en internet noticias sobre el matrimonio del Grupo Borrego paseando juntos.

ellos

ser ella la hija de

pintó en el rostro de Susana.

encontrado una contradicción, dijo! “Si ella es la hija de la familia Sierra, y ya está casada, ¿por qué intentaria seducir al novio de otra persona? ¿Crees que voy

la Srta. Femanda, no deberia estar aqui con el Sr. Borrego en este

a creer que la mujer frente a

subvertia su comprensión

pasando

repente, una voz fria resonó en los oidos de

giro y vio a un hombre sentado en una silla de ruedas, delgado, vistiendo solo una camisa blanca, con un aire fragil, pero de aspecto distinguido y suave en su expresión, aunque sus ojos tenían un trío glacial, el emblema familiar en su pecho

lider de la

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