Capítulo 704

Los clientes empezaron a entrar uno tras otro, y el gerente le lanzó un auricular a Fernanda, Indicándole que se lo puslera.

Fernanda no tuvo más remedio que ponerse el auricular.

Nunca habla estado en un lugar así, y mucho menos sabia apostar.

Pero viendo la mesa de apuestas, Oriol parecía tener consideración por ella, eligiéndole el juego más sencillo de adivinar el resultado, su única tarea era lanzar los dados.

Mientras Fernanda se preguntaba cómo jugar, algunos clientes que habían estado bebiendo afuera entraron.

Uno de ellos, un hombre gordo de unos cuarenta años, la miraba fijamente y no paraba de decir: “Hoy Natalia se ve más hermosa, ¡qué cintura tan delgada!”

El gerente, sonriendo apurado, dijo: “Hoy Natalia no está, ella es nuestra nueva crupler“.

“¿Nueva crupler? ¡Me gusta!”

El hombre extendió su mano tratando de tocar la de Fernanda, quien frunció el ceño y retiró su mano instintivamente.

El gerente le lanzó una mirada severa a Fernanda, quien entonces mostró una sonrisa seductora: “Parece que el señor prefiere a Natalia, ¿qué tal si la hago cambiar por mi?”

La voz de Fernanda era tres partes seductora y siete partes suave,

sus palabras casi derretian al

ella no es nada comparada contigo, me gustas tú

los comentarios repugnantes del

no podia mostrar su

a más o a menos?”

“Menos! ¡Quiero menos!”

disfrutaba ser

la voz de Oriol llegó a través del auricular:

cubilete y vio que el resultado

ganó dinero, y Fernanda, contenta, dijo: “Guapo, resultó ser menos, hoy tienes mucha suerte, ¿qué tal si esta vez

lo que diga la

hablaba, el hombre seguia mirando a Fernanda.

Fernanda reveló el resultado, que nuevamente fue menos.

claramente hizo feliz al

Fernanda, al ver esto, rápidamente habló por el intercomunicador: “Sr. Lobo, no podemos dejarla seguir jugando así a ciegas“.

tres rondas consecutivas apostando a menos y ganando cada vez más, Oriol finalmente dijo: “Deténganla,

sombrio, pensó que Fernanda tenia alguna habilidad,

{

apostó cincuenta mil, Oriol bajo, para escuchar a Fernanda decir con un tono afectado: “Ay,

se detuvo, viendo al hombre perder/todo su dinero, antes de fruncir el ceño.

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