12-22 B

Capítulo 864

Amaneciendo en la casa de la familia Rivera, en el extranjero.

Fernanda estaba recostada en el sofá, disfrutando de su desayuno, cuando la empleada se acercó y le dijo: “Señora, la Srta. Ludovica ha venido a visitarla, ¿de erla?”

“¿Estás segura de que Ludovica vino

“Si,” confirmó la empleada, “No vi a nadie más con ella“.

El semblante de Fernanda se tomó más serio por un momento y la empleada continuó: “Si no desea verla, señora, puedo pedirle que se retire“.

“No, si la veré,” respondió Fernanda con indiferencia. “Y aprovecha para retirar a la mitad de los guardias de seguridad. Asegúrate de que los que queden estén bien escondidos para que nadie se dé cuenta“.

“¿Cómo?”

“Y si algo inesperado sucede en la casa, actúa con naturalidad. Si hay que informarle a Fabio, hazlo, y si hay que llamar a la policía, también“,

la empleada estaba confundida, rápidamente accedió:

Pronto, Ludovica entró.

ver a Fernanda relajada en el sofá, luciendo un elegante camisón de seda color champán que resaltaba su figura perfecta y dejaba entrever el delicado encaje en su pecho, Ludovica no pudo evitar sentirse

Fabio primero y había sido ella quien se había enamorado de él primero.

qué debo tu visita,

habló con un tono tranquilo,

venido a pedirte que

y yo ya estamos casados, ¿no te parece un poco inapropiado

todos saben que tú eres su debilidad. Además, mi padre en su lecho de muerte me confió a Fabio y él aceptó. Ahora que ha cambiado de opinión y ya no quiere hacerse cargo de mí, esto les da a los demás una excusa perfecta para atacarlo. ¿Quieres que Fabio cargue con la culpa

estaba claramente

embargo, Fernanda perdió la sonrisa y, dejando su taza sobre la mesa, miró directamente a Ludovica y le dijo: “¿Es esa la razón por la que tú y

“Yo…”

a casarse contigo. No te importa si él pierde todo lo que ha trabajado tanto por construir; solo quieres poseerlo egoístamente. Tal y como pretendes

no es así. Fabio

segura de que, por respeto a tu padre, Fabio, se comprometió a cuidarte, pero también dejó claro que no te amaba y que

Fernanda hicieron temblar el corazón de Ludovica, quien pálida, preguntó: “¿Fabio te dijo

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