Evrie sintió un golpe en el corazón, incrédula, al escuchar a su madre.

—¿Me estás diciendo que tengo que presentarme a una cita a ciegas?—

El rostro de Marcela cambió de color— ¿No te dije que este fin de semana regresarías para la cita? No habrás pensado que te estaba tomando el pelo, ¿verdad?—

La expresión de Evrie se tornó sombría.

—Mamá, no me pediste permiso, ¿por qué arreglas citas sin consultarme?—

—No me vengas con tonterías, ya casi llegan. Quiero que te sientes derechita y hables después de que se hayan ido, ¿me escuchaste? No arruines esto para mí.—

Evrie se sentía sumida en el absurdo.

Intentó resistirse, pero justo entonces el sonido de un motor de carro irrumpió desde afuera; un vehículo entraba al patio.

Al instante siguiente, Marcela salió a recibirlos con una sonrisa de oreja a oreja.

—Ay, por fin llegaron, nuestra Evita los ha estado esperando…—

……

el antiguo sofá estaba repleto de gente. Marcela la arrastró para sentarse

vestía un traje formal, tenía facciones comunes y una estatura promedio, y sobre su nariz reposaban unas gafas de

mirada no era para nada inocente; la deslizó de

gusta mucho. Si no tienen inconvenientes, podríamos fijar una

hizo eco—Por supuesto que no hay problema, siempre que el dinero para la boda

—¿Mamá?—Evrie la miró incrédula.

a tu hermanita al cuarto a descansar,

brazo a Evrie.copy

—Vamos, hablaremos después.—

—Hermano, no…—

mamá está

a Evrie directamente al dormitorio, como si esa cita no tuviera nada que ver con los deseos de ella, sino que fuera un acuerdo comercial preestablecido entre

era más

habitación, Evrie se soltó bruscamente de Óscar y lo

también quieres

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