Leandro Reyes se había ido después de estar una hora.

Evrie no lo molestó en su trabajo; al fin y al cabo, desde que había vuelto del extranjero, las llamadas no dejaban de sonar y estaba visiblemente ocupado.

Era una noche silenciosa y tranquila, no se oía ni un ruido fuera de la habitación del hospital.

La enfermera, al ver que Evrie se había dormido, le apagó la luz y se fue.

Después de un tiempo, la puerta de la habitación se abrió silenciosamente y una figura alta y delgada con bata blanca entró y se paró junto a su cama.

Evrie sintió cosquillas en la cara mientras dormía y, medio dormida, abrió los ojos, viendo la silueta en la oscuridad, y se pegó un buen susto.

— ¿Qué haces?— preguntó, alarmada.

Aunque no se distinguían bien sus rasgos en la oscuridad del cuarto, Evrie reconocía esa presencia y ese olor fresco y limpio que emanaba de él.

Farel le pellizcó la mejilla y su voz grave cayó como un martillo desde arriba.

—Ya no te duele el estómago, estás llena de energía, hasta tienes fuerzas para resistirte. —

Encontró que sus palabras eran extrañas y frunció el ceño.

— ¿Qué quieres decir? Hoy no te he hecho enojar en todo el día, ¿verdad?—

—Compensar. —

— ¿Qué?—

Farel se inclinó hacia ella —Leandro te trajo algunas porciones de sopa y te deshiciste en agradecimientos, querías compensarle muy bien. Yo te he salvado la vida varias veces; tal vez deberías recompensarme también. —

Al decir esto, su mano se movió hacia abajo y comenzó a desabotonar su ropa.

Evrie abrió los ojos como platos, asustada.

ser operada, mi herida todavía está fresca, ¿acaso no

herida está en el estómago, no

quieres decir?— Evrie sintió un

después, la mano del hombre cubrió sus labios, su pulgar firme forzando su boca a

de Evrie zumbó y

cabeza para evitarlo, pero él la sujetó con

¡Farel, estás loco!—

podía ver su expresión en la oscuridad, pero podía sentir su enojo en cada uno de sus movimientos

gusta recompensar a la gente,

reía fríamente en la

vez! ¡Había escuchado lo que le había dicho a Leandro

Estaba en problemas.

el timbre de llamada de la cama,

gritar, pero

—No te muevas. —

oscuridad, la mano grande de Farel

del otro, sus cuerpos pegados y su aliento

se levantaba y caía con

demasiado grande; quería gritar, pero no podía, y en su desesperación, mordió la palma de

—…—

escapar solo

se arrepentía tanto que

fue hasta que los pasos se alejaron que Farel la mordió con fuerza una vez más antes de levantarse

nerviosismo, su

pero sus manos seguían presionadas contra

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