La mirada burlona de Farel cayó ligeramente sobre ella, su tono era sarcástico. —Para irte al extranjero con Leandro, hasta tu dignidad estás dispuesta a dejar de lado, Evrie, sí que sabes negociar.—

—No es por Leandro, es por mí misma,— corrigió Evrie en voz baja, —Estudiar en el extranjero es por mi futuro, no por el de Leandro.—

—¿Acaso tu futuro no fue vendido ya por quinientos mil y ahora me pertenece? Atender bien a tu benefactor es lo que debería preocuparte ahora, ¿entiendes?—

Farel le apretó la mejilla, con el ceño fruncido y una sonrisa sarcástica en sus ojos.

El corazón de Evrie se sentía dolorosamente herido.

Ella sabía bien cuál era su papel ahora, solo un juguete del benefactor, una mascota de compañía a su disposición.

Pero ella no se resignaba, quería luchar por más.

Aunque estuviera arrastrada por el lodo, quería desesperadamente trepar hacia el césped, esa era su esperanza, su instinto innato de supervivencia.

—Dr. Farel, ten piedad de mí, por favor.—

Evrie bajó las pestañas, su voz ronca y baja, implorando con un tono casi humilde.

—Por todo el tiempo que hemos compartido, ten piedad de mí.—

Farel frunció el ceño, atravesando su acto con desdén —Otra vez con tu drama.—

Entonces Evrie lloró, las lágrimas llenaron sus largas pestañas, sus ojos brillaban con una luz que conmovía el corazón.

cabeza y lo miró así, sin

por su rostro, sus ojos, brillantes por las lágrimas,

y en mostrarse frágil. Siempre desafiante, pero cuando

y de

él no reaccionaba, mordió su labio y llevó sus dedos finos y

así que luchó un buen rato, llorando y forcejeando

se soltó al

la mirada hacia Farel, quien estaba sentado con aire despreocupado, mirándola de arriba abajo como si disfrutara de la escena que ella

determinación, ella desabrochó el cinturón

agradarle, de hacerle todo

sabía que él no podía resistir.copy right hot

feroz esta noche, no le dio a Evrie ni un momento para

las lágrimas volvieron

en el sofá, en el suelo, en

sin cesar, cooperando con él una y otra vez, dispuesta a hacer lo que

otra

podía ofrecer era

abrazó fuertemente el cuello de Farel, suplicándole una y

—Por favor, Farel.—

cuello, con una mirada fría

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