Eran unos hombres, con ropas llamativas y un fuerte olor a alcohol en el aire, acercándose a Evrie. Ella sintió un escalofrío de preocupación. ¿Acaso se había topado con matones?

¿Podría tener más mala suerte?

Evrie, disimuladamente, dio un paso atrás, observando a los hombres con cautela. —¿Qué quieren? — Les preguntó.

—No queríamos nada, pero viendo lo guapa que estás, parece que ahora sí queremos algo—, le dijo el líder, que también estaba ebrio, acercándose a Evrie con malas intenciones. —Vamos, mi reina, te llevaré a pasar un buen rato.

—¡No me toques! — Evrie se apartó un paso más, erizándosele la piel.

—¿Por qué gritas? Tan coqueta que te ves y ahora te las das de santa. Mejor ahorra tus palabras, pronto tendrás tiempo de sobra para gritar—, le replicó el líder, y con una señal, sus acompañantes se movieron para agarrar a Evrie.

Ella, en defensa, retrocedió nuevamente y, con disimulo, metió su mano en la mochila para sacar una navaja afilada que había comprado para protegerse después de regresar de Brasil.

—Vamos, preciosa, ven a los brazos de tu galán, para que te consienta—, le dijo uno de los hombres mientras avanzaban hacia ella.

Pero Evrie, sin dudarlo, sacó la navaja.

—Puf—, se oyó un sonido sordo, el de la hoja penetrando en la carne.

Con la navaja en mano y los ojos desorbitados, Evrie vio cómo la sangre manaba del arma, tiñendo de rojo sus manos.

El hombre borracho se agarró el abdomen, cayendo lentamente al suelo.

—¡Lo mató, esa mujer lo mató…!

—¡Llamen a la policía, rápido!

la estación de policía

sentó en la sala de interrogatorios. Los matones ebrios estaban en la habitación

entendido la

en nuestro país, la cual hemos confiscado. Ahora haga una llamada y encuentre a alguien que la

asunto de la fianza. La navaja se la había regalado Leandro en Brasil, diciéndole que la mantuviera para protegerse y

que pueda avalarme—, le dijo Evrie

vez. Y Farel… acababa de tener un desencuentro con él, así que difícilmente la

a nadie, llame a su jefe, solo se necesita una firma—, insistió el oficial, queriendo cerrar el

sacó su teléfono, buscando en sus contactos,

una larga espera, no le

sabía a quién recurrir y prefirió no molestar

y la matrícula en las cámaras, ese auto pertenecía al segundo hijo de la

aunque las imágenes eran borrosas, el oficial también vio cómo se peleaban

era la

reportó a sus superiores, lo que provocó

el hombre del coche era Farel, lo llamó

en el garaje y, abrumado

terminado el cigarrillo cuando recibió una llamada del

señorita llamada Evrie ha tenido un problema en la comisaría y necesita que la saquen bajo

cejas de Farel se fruncieron de repente y su tono

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