Evrie sintió un vuelco en el corazón.

Él ya lo sabía.

Pero, ¿cómo era posible que quien compró su collar fuera alguien de la misma ciudad y ahora aparecía en el extranjero?

Antes de que pudiera entenderlo, Farel le lanzó su celular directo a su regazo. Evrie, por instinto, lo tomó y de un vistazo vio el perfil de Olivia en las redes sociales.

Allí estaba, el detalle del collar, incluso los recibos, todo perfectamente mostrado en una serie de fotos.

Con la respiración cortada, el sudor empezó a brotar de las manos de Evrie.

¿Cómo podía ser Olivia la compradora?

¿Cómo podía ser tal coincidencia?

—Señorita Evrie, ¿no piensa explicarme por qué el collar que le compré yo mismo, después de besarnos y asistir a ese evento, terminó en manos de otra persona con recibo y certificado incluidos? —Le preguntó Farel, girando la cabeza para mirarla con una sonrisa irónica que llevaba un tono amenazante en cada palabra.

—…—

Atrapada en su mentira, Evrie sintió un hormigueo en su cabeza.

—¡Habla!— Le demandó él, con una palabra cortante.

Evrie mordió su labio y finalmente le dijo: —Lo que tú me regalas, es mío y tengo derecho a disponer de ello…—

—¿Y tu manera de disponer es venderlo para conseguir dinero? ¿Ganaste el doble, el triple, el cuádruple? — Farel se burló con una risa helada.

—No tanto, solo gané cincuenta mil…— le replicó Evrie en voz baja.

Al ver su rostro endurecerse con furia, Evrie rápidamente sacó su propio celular y transfirió el dinero de la venta del collar a él.

Era total de cien mil.

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bolsillo. Estos cien mil son la deuda que te pago ahora, todavía te debo novecientos

observó los números en la pantalla, su risa se transformó en una fría

nos besamos en Brasil, y me pediste ayuda para ganar ese collar, ¿todo era para hacer dinero desde el

labios, manteniéndose

estaba de

entendía qué era lo que

no era común que los obsequios de los hombres a sus amantes acabaran siendo vendidos

era una práctica

Farel, la situación se ponía

neblina densa. —¿Y si un día Olivia quisiera pagarte por acostarse conmigo, también me empujarías a su cama por

los ojos de par en

nada que ver con

su sorpresa, Farel golpeó la silla detrás de ella con un fuerte

—Ay…—

ella, sumiéndola en una sombra densa

tensaron, y sus labios cayeron sobre ella,

cuello, hasta el punto

estaba furioso, violento

con mordidas por todo su

había rastro de deseo, solo era un dolor punzante. El rostro de Evrie se arrugó

—Me duele…—

mentón con frialdad, con las

tuvo el

actitud, sus ojos estaban hinchados y llenos de pánico, y sus labios temblaban sin poder

él, temblando y atónita, como un

fuera un monstruo despiadado, un

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