Evrie entrecerraba los ojos, soltando una risita ligera.

—Dr. Farel, ¿no cree que tengo suerte? Apenas me entra sueño y alguien me trae una almohada, me salda una deuda enorme y me devuelve la libertad. Cuando tenga un momento, salude a su madre de mi parte. —

Los ojos de Farel se estrecharon al instante y la sombra en su mirada se profundizó.

La gente de la Familia Haro había buscado a Evrie.

Casi podía adivinar la secuencia de eventos, nada más allá de las telenovelas llenas de clichés, nada más que su madre le había dado dinero a Evrie para que se fuera lejos, para que nunca más apareciera frente a él, Farel.

No es de extrañar que pasara eso.

No es de extrañar que de repente se mostrara tan firme, no es de extrañar que ayer, a pesar de su desamparo, no buscara complacerlo con una voz suave como antes, no es de extrañar que al recibir su transferencia de dinero, ella estuviera tan serena y sin emocionarse.

Resulta que… ya había quien le había allanado el camino.

Farel forzó una sonrisa fría —Así que, ¿ya estabas preparada para dejarme ayer? —

—Sí. — Evrie le respondió con decisión.

—¿Te resulto tan insoportable que prefieres tomar el dinero de mi madre con tal de alejarte de mí a cualquier costo? —

La expresión de Farel era burlona, pero sobre todo, desilusionada.

Por ella, incluso acababa de rechazar una propuesta de matrimonio con Olivia.

Había descartado la idea de casarse en los próximos años.

Pero esta ingrata ya estaba planeando silenciosamente irse al extranjero y cortar lazos con él para siempre.

cada día a tu lado, pensaba en cómo ser libre, soñaba con saldar

por el resto de mi vida, ni vivir a expensas de otros. Dr. Farel, ¿recuerdas que me preguntaste cuál era mi sueño?

y lo enfrentó por primera

su mecenas, y ella

y una tormenta indescriptible se arremolinaba en sus

quedaron, mirándose fijamente, ninguno

que después de un rato, él le dijo en voz baja —Si quieres una

Evrie sonrió con sarcasmo.

tú me permitirías irme al extranjero para

cosa menos eso,

vas

momento, su mirada oscura fija en ella, sus

acostaré con nadie más, ni me casaré con nadie

Qué irónico.

rio, sus ojos claros ahora estaban

la mandíbula,

quieres? —

cedido varias veces, y aun así, ella no estaba satisfecha, lo hacía

dijo todo de una

se estrecharon —¿Quieres que me case

labio, mirándolo fríamente —Es absurdo, ¿verdad? También creo que no soy digna, así que no hay

Farel era sombría, su

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