—Lo siento, el número que ha marcado no está disponible en este momento, por favor intente más tarde…—

Desde el auricular resonó la contestadora.

Farel se detuvo por un momento, su mirada se oscureció.

¿Realmente no podía comunicarse o lo había bloqueado?

Conociendo el carácter de ella, no sería extraño que, tras volar hacia la libertad, lo primero que hiciera sería bloquearlo de todas sus formas de contacto.

Mientras pensaba en eso, sentía un peso en su pecho.

Como si le faltara el aire.

¿Ella lo detestaba tanto? Habían compartido la cama durante dos meses, él la había tenido bajo su cuerpo incontables veces, se habían besado con pasión, habían estado en sincronía en la cama.

Pero cuando ella se fue, no mostró piedad alguna.

Farel cerró los ojos y al abrirlos, un destello de terquedad cruzó su mirada.

Tomó su celular y marcó el número de su asistente.

—Busca a alguien por mí. Quiero saber todo sobre sus movimientos. Se llama Evrie. —

—Entendido, Sr. Haro. —

La llamada terminó y la habitación volvió a sumirse en el silencio.

Farel se quedó sentado en el sofá durante mucho tiempo, hasta que el reloj en la pared se acercaba a la medianoche. Todavía no tenía noticias sobre Evrie.

Le dijeron que dos días atrás había tomado un vuelo a Brasil y después se fue en un auto privado. La habían protegido tan bien que no era fácil rastrearla.

¿Proteger su identidad?

Eso parecía algo que Leandro haría.

Farel respiró hondo, como si estuviera retando a Leandro.

—Continúa buscando. —le dijo.

—Sí. —

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..

días pasaron de

en un dormitorio del parque, compartiendo

la planta baja resonaban consignas que parecían

dormir, ponle ganas para conseguir billetes!

quieres éxito, enloquece, arriésgalo todo

vez, vive como rico, solo esforzándote evitarás

—…—

se sentía sin

ese tiempo, había intentado usar el teléfono fijo para llamar a

tres veces al día. Comparada con aquellos

se llevaran a los perros guardianes, se desató

total estalló afuera, acompañado

la cama y

rápidamente ayudó

cerrada con llave, ¡no podemos salir! —

dudarlo, Evrie tomó una silla y

—¡Crash! —

cristales se rompieron

el tiempo, y pudo abrirlas fácilmente con la pata de la silla, creando una abertura

la mesa y saltó por la ventana rota, luego ayudó a Anita a hacer

ellas rompiendo ventanas, saltando de

mujeres, todo

mano de Anita, se mezcló entre la multitud, empujando con todas sus energías hacia

perseguían con

y ágiles, se perdían

un sendero oculto cerca que llevaba hacia las

escapar por ese camino antes del amanecer, sus

vacilar, Evrie tiró de la mano de Anita y ambas corrieron

de los disparos y los gritos seguían resonando desde el frente del complejo, y ya casi todos los amotinados habían

había tiempo que

apuró el paso, su

ya casi.

de aquí

—Pum—

Anita tropezó, cayendo débilmente al

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