Linda sintió cómo su mejilla ardía con la marca de cinco dedos rojos.

—Evrie, ¿cómo te atreves a golpearme? ¿Estás loca o qué? — exclamó con una mezcla de rabia y asombro.

Aún en shock, Linda la miraba con los ojos bien abiertos, era incapaz de creer lo sucedido.

—Esa cachetada es por la primera vez que me traicionaste, cuando casi entierran viva a Anita—, le dijo Evrie con una voz que cortaba el aire.

—¡Paf! — Un segundo golpe resonó en el silencio.

—Y esta, por empujarme del carro, por tu segunda traición—.

—¡Paf! —

—Y esta es por la cuenta de Farel—.

Evrie agitó la mano con una frialdad que parecía ajena a ella misma.

—Desde hoy, no quiero volver a verte nunca más, lárgate—.

Después de tres bofetadas, la piel de Linda se tiñó de rojo, su mente zumbaba, pero no se atrevió a responderle.

Ella sabía que se lo merecía.

Y comparado con la humillación que sufrió en el parque infernal de Leandro Reyes, esas cachetadas no significaban nada.

Solo quería volver a su país, no importaba lo que Evrie le dijera.

Linda no replicó, simplemente se cubrió la cara y se fue rápido.

Joan, que había sido testigo de la escena, en su mente le levantó el pulgar a Evrie.

Antes pensaba que esta chica era solo un amorío sin mucha cabeza, pero ahora veía que ella tenía carácter.

Triángulo Norte tanto tiempo y salir con tal dignidad, era la primera

de Linda no

interrogatorio, enfrentaría cargos por los crímenes cometidos en el Triángulo Norte, como por ejemplo lesiones

fuera de la habitación por

el

¿ya terminó el enfrentamiento? ¿Quién

acabó—, le respondió él con sinceridad. —Nuestro objetivo era crear caos para rescatar a la gente, y ya

ganó? — Joan sonrió antes de responderle. —Después de los disparos, no hay ganadores. Todos

Evrie bajó la mirada.

entendía que en una batalla real no importaba

de Leandro sería ocupado por las autoridades, pero era

mañana también. El Parque LR, el lugar donde estabas es de lo mejorcito. Menos mal que no caíste en esa pequeña ciudad de al lado, esa sí que

se encogió de

de Leandro ya era terrible, no

en Anita, que aún estaba allí,

aquí con los

en manos de Leandro? — Joan le preguntó con

asintió Evrie. —Tenía una amiga que

la mirada brillante y llena de esperanza

constante de volver

una crudeza

eran las cosas

abrumada por la

resonaban las palabras ingenuas y esperanzadas de

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