Evrie, casi sin darse cuenta, soltó: —Hoy lo vi abajo en el hospital militar.—

Curiosa, le preguntó a Farel: —¿Es alguien que conoces?—

El tono de su conversación sonaba cómplice.

—Solo es un mocoso que se la pasa sin hacer nada útil, sólo por ser hijo de papá.—

Farel soltó la frase con ligereza, tomando la mano de Evrie.

—Vamos, volvamos al hospital.—

De regreso, Evrie miraba a través de la ventana del coche el paisaje exterior.

En las deterioradas calles había muchos mendigos y vagabundos, rebuscando en los basureros con paso cojo, y mujeres con ropas andrajosas danzando en las aceras.

Con expresiones apáticas y miradas perdidas.

Parecían todos fuera de sí.

Eran los desechados de la sociedad, los eternos marginados.

No tenían documentos, no tenían identidad, andaban de un lugar a otro sin poder probar quiénes eran, y mucho menos volver a sus hogares.

Estaban condenados a pasar sus vidas allí.

Evrie suspiró, sintiendo un nudo en el corazón.

Pero se sentía impotente, sin poder hacer nada.

Anita le había contado antes.

Una vez que caías en el Triángulo Norte, empezabas con estafas básicas, generando grandes ingresos para la banda. Si no producías resultados, venían los golpes, el hambre, el encierro en calabozos de agua, la jaula de perros, y así, una humillación tras otra.

llamaba a tu familia para un rescate, exprimiendo hasta

para tráfico de

tus órganos servían, entonces te los extraían y terminabas con las piernas rotas en

ya no duraban mucho,

otros países, convertido

etapa era un horror.copy

juego de vida o

—Deja de mirar.—

de

mires,

de Farel y

—Lo sé.—

dales algo más de dinero.—Farel ordenó

—Como diga, Sr. Haro.—

y lanzó algunos billetes. Los mendigos se

se estremeció y apartó la mirada en

se quedó en

Se sintió aludida.

hospital, ya

ayudó a Farel a cambiarse y ponerse la holgada ropa de hospital, instándolo a que descansara

excedido la

repente, sonó una vibración, era el

móvil y aparecieron mensajes y videos enviados por

el famoso calabozo de

hacia atrás, lloraba desesperadamente en el video

favor, sálvame, ya no aguanto… mejor mátenme, ya no quiero

.—

Evrie palideció

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