Evrie se despertó con un dolor en el estómago que venía y se iba, una tortura que la había tenido en vilo durante los últimos tres días sin comer.

Sentía que su estómago le estaba pasando factura de nuevo.

Todo a su alrededor daba vueltas, y el mundo parecía girar sin control.

Desde su ventana había observado el infortunio de otras chicas, sus llantos y gritos desgarradores noche tras noche. Habían sido azotadas por no actuar bien, les negaban la comida si no conseguían dinero mendigando, y sufrían con nauseas por embarazos no deseados. Cada imagen la horrorizaba; cada persona le hacía temblar el corazón.

No estaba muerta, pero se sentía peor que si lo estuviera.

La puerta se abrió y una figura conocida entró: era Leandro, quien no se había mostrado en tres días.

Su presencia era todavía de una calma engañosa, con una sonrisa que le daba el aire de un hermano mayor amable y sin una pizca de agresividad.

Se acercó a Evrie sin prisa y se agachó frente a ella, tocando su rostro con ternura.

—¿Cómo has estado estos tres días?— preguntó con voz suave.

Evrie no respondió, solo se sujetaba el abdomen con dolor.

El mundo seguía girando ante sus ojos. Estaba mareada, seguramente del hambre.

con gentileza: —Después de tres días observando, ¿ya decidiste qué quieres hacer? ¿Mendigar,

su labio sin hablar, estaba

él dijo, dándole una palmada en la

—…

estómago se retorcía. Sabía que era una táctica para domarla, pero no

dificultad, habló con voz

hot

. puedo diseñar.

—¿Ah, sí?—

hacía en el Parque LR del Triángulo Norte. Diseñar edificios, túneles, calabozos… todo eso

pronunció cada palabra que sabía que

destruido su Parque LR y sabía que no la

con vida era ofrecerle

miró con ojos profundos y preguntó: —¿Lo has

risa leve, Leandro acarició su barbilla y susurró

si me traicionas de nuevo, te convertiré en un

era tan intenso que sus

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