Evrie estaba desesperada por alejarse de él.

Sus manos estaban atadas con una cadena de hierro que Leandro había enrollado firmemente alrededor de ellas, inmovilizándolas en la cabecera de la cama.

Yacía en la cama en una posición humillante, como un pez a punto de ser sacrificado.

El pánico la invadía por completo, cerró los ojos desesperadamente, su mente estaba en completa oscuridad, sin rastro de luz.

La respiración de Leandro se acercaba, con un olor a sangre insoportablemente fuerte.

Justo cuando él estaba a punto de hacer algo más…

Alguien golpeó la puerta.

—Señor Reyes, hay algo urgente…—

Leandro se detuvo, su expresión se ensombreció.

Se levantó de Evrie no muy contento, desató rápidamente la cadena de sus muñecas y la miró profundamente, dejándole solo una advertencia:

—Quédate quieta y no hagas tonterías.—

Cuando Leandro se fue, Evrie se apresuró a vestirse, temblando acurrucada al pie de la cama.

La escena que acababa de vivir no la había sacado de su pánico; abrazaba sus rodillas, acurrucada en un rincón sin atreverse a moverse.

Era terrible, era la desesperación misma.

Cada minuto, cada segundo, era como caminar sobre la cuerda floja.

Nunca sabía cuándo caería en un abismo sin fondo.

Después de que Leandro se fue, tardó mucho en regresar.

antes de que alguien entrara y le arrojara un paquete

el empaque, podía ver que estaba escrito en

reuniendo fuerzas, rasgó el paquete y

fina y descolorida manta de la

su energía, mantenerse

oscuro, siempre iluminado por una luz amarillenta, sin distinguir entre el

sabía que estaba

y este

se despertó aturdida, escuchando cómo las

repetía, una y

los días en

Tres días.

encadenada en el sótano, sin agua ni comida, sin que

vista de Evrie se nublaba, su mundo se oscurecía,

vez era

ser tratada como un ´hombre cerdo´, viviendo una vida peor

calles

estaba estacionado y Farel estaba sentado en el asiento trasero, los ojos rojos

la han

—Ya hemos triplicado la búsqueda, pero aún no hay noticias de la señorita

siguiendo a Leandro desde

extranjero, y muchas

que Leandro y Evrie estaban en Brasil,

a Evrie a propósito, encontrarla se volvía

dinero, pidiendo ayuda a los poderes locales, invirtiendo en la

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