Valerio dudaba, con esa voz que casi se perdía en el aire – Yo… puedo hacer otras cosas, ¿por qué tengo que manejar? –

– Te compraste un Jeep solo para lucirte cruzando ríos. Ahora ha llegado la oportunidad, vamos, muévete. –

– … –

Valerio no quería para nada.

Sabía muy bien que éste de apellido Haro estaba buscando la manera de sacarlo, pero tampoco iba a jugar con la vida de una embarazada.

Con una mirada llena de reproche hacia Farel, aceptó ser el chofer y se fue a buscar a la gente.

Marcela, por su parte, preocupada por su nuera, también se subió al carro.

Después de que se fueron, Evrie los siguió con la mirada por un largo rato.

En su corazón, rezaba en silencio, esperando que no lloviera más esa noche, deseando que todo saliera bien en su camino.

Valerio era el hijo de Amir, y si algo malo sucedía, ella no sabría cómo explicarlo.

– ¿Te has enamorado de él? – Una voz fría le llegó desde arriba.

Evrie abrió sus ojos, incrédula – ¿Qué estás diciendo? –

¿En qué momento había dado señales de que le gustaba Valerio?

Farel la observaba, con esos ojos claros y penetrantes – Evrie, al menos un año, no te enamores de nadie en un año, ¿puedes? –

– Después de un año, no importa de quién te enamores, yo te dejaré ir. –

Evrie se quedó sin palabras, sin entender su intención.

– Pero, ¿no habíamos terminado ya? –

dijo – Confía en mí, solo

se

sonrió – Señor Haro, no te preocupes, no he pensado en enamorarme. Al menos en cinco años, mi enfoque está en mi carrera, todo es secundario a eso.

sin pensar – Entonces termina

Evrie – ¿? –

pero no me gusta, puedo darte la protección que necesitas,

lo miró fijamente – Cuando tú y Olivia se casen, o cuando

dijo

estaba protegiéndose a

estaba tratando de alejarse de él,

Él lo sabía.

pero algo dentro de

malestar, de resentimiento, de celos y de

Valerio al Triángulo Norte, lejos de ella, eso sería

a Evrie

figura se

una serie de vibraciones en su teléfono lo trajeron de vuelta a

una llamada de

Señor Haro, la Familia Da Silva está aprovechando tu ausencia para empezar a mover la mercancía, parece que Leandro ya

entrecerró sus ojos claros – No los alarmes, déjalos seguir

moviendo secretamente, necesitaba llegar a

era momento de

por todos lados; él necesitaba deshacer esas redes de

lograban de

lo

Valerio regresó,

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