Receta para robarle el corazón al Dr. Farel

Evrie luchaba internamente—¿No podrías usar un truco para desviar la atención? —

Sabía que alguien la estaba observando, quizás con intenciones de perjudicar a las personas a su alrededor.

Era consciente de que Farel actuaba de esa manera para protegerla de las desgracias que iba a sufrir su familia.

Habían enfrentado todo juntos, incluso en esta situación, entonces, ¿por qué no podían simular un divorcio?

Farel percibió lo que pensaba y esbozó una sonrisa forzada.

—Evrie, ¿piensas que ellos son tontos? —

Evrie se sonó la nariz—Entonces, después de que nos divorciemos, ¿realmente no nos veremos nunca más? —

Farel volvió a guardar silencio unos segundos.

La miró y le dijo con voz suave—Es mejor olvidarnos el uno del otro que sufrir juntos. —

Sus palabras eran muy profundas.

Evrie estaba tan enfadada que no podía hablar—¿Quién fue el que me hizo prometer una y otra vez que nunca me abandonaría? —

—¿Quién dijo que nunca me soltaría al casarnos, a menos que muriera? —

—¿Ahora nada de eso cuenta? —

—Olivia te abandonó una vez, ¿quieres que te abandone también? —

La voz de Farel era baja—Evrie, ¿podrías hacerme caso solo esta vez? —

—Puedo escucharte en todo, menos en esto. —

Evrie dejó la pluma sobre la mesa, obstinada y terca—Te digo, jamás estaré de acuerdo con el divorcio. Cuando te casas, es para enfrentar las dificultades juntos. —

Su obstinación volvía a surgir.

No quería escuchar razones.

algo más,

era una llamada de la

le dijeron, su expresión se volvió visiblemente más seria y

voy para allá.

se

papeles del divorcio aquí, piénsalo bien, Evrie. De nuevo te lo digo, es

esto, ni siquiera se

la vuelta y se

sola en la habitación

de divorcio sobre la mesa de café, y

Mentiroso.

que nunca

¡Eres un gran mentiroso!

más irritantes cuanto más las

agarró el documento y

se volvía borroso frente a

ahora parecía

fue él quien

fue él quien propuso

es él quien quiere ahora

quien tomaba las decisiones, siempre era él quien vivía entre la alegría y el dolor en

alfombra, en

noche anterior, era como una espina clavada en su corazón,

ya no

de ropa rápidamente y salió

la puerta, un coche discreto se detuvo a su lado, la ventana trasera bajó y apareció

abrió la puerta y subió