En los días siguientes, el equipo de investigación continuó su trabajo.

Para evitar problemas innecesarios, Evrie solicitó trabajar desde casa.

Como el nuevo proyecto aún no había comenzado, Simeón, muy comprensivo, le permitió trabajar a distancia.

Blanca iba a la oficina de la corporación todas las mañanas, y después del trabajo venía a la casa para acompañarla.

Los días transcurrían con dificultad pero sin mayores problemas.

Hasta que una noticia explosiva se propagó por todas partes: Federico Haro había sido arrestado oficialmente.

Debido a la magnitud del evento, rápidamente captó la atención de toda la ciudad.

Evrie vio la noticia y su corazón dio un vuelco.

Sin poder evitarlo, hizo clic en la noticia. La cuenta oficial solo había publicado unas pocas palabras, pero los comentarios estaban en llamas.

[Federico, reconozco ese nombre, ¿no es el suegro de aquella diseñadora de la Plaza de Plata de hace un tiempo?]

[Fue investigado tan rápido, definitivamente algo ocultaba.]

[¿Nadie le está prestando atención a Evrie? Digo la verdad, su Plaza de Plata y la imitación del Parque LR son impresionantes, espero que no se vea arrastrada por la gente de la Familia Haro.]

[Quien tenga esa familia política, tiene mala suerte, lo mejor sería un divorcio limpio.]

[Es difícil no estar de acuerdo con el comentario anterior, si Evrie es inteligente, se divorciará y seguirá siendo brillante por su cuenta.]

Cuanto más leía Evrie, más oprimido se sentía su corazón.

Lo que la afectaba no eran esos comentarios, sino Farel…

Con Federico arrestado, ¿qué sería de Farel?

Él es inocente, ¿se vería implicado?

Cerró la noticia y llamó a Farel de inmediato, pero nadie le respondió durante mucho tiempo.

sentía cada

rostro se puso involuntariamente

—Ding dong—

la puerta desbloqueándose con

levantó abruptamente y caminó

dolor agudo en su vientre

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La puerta se abrió.

apenas entró cuando la vio frente a

dónde te

tomó el

el estómago. — Evrie estaba pálida y sudorosa en la

de preocuparte por mí. — Farel la levantó en brazos, —Eso es

rodeó su cuello con los brazos, el dolor la embargaba y la

salir, varios empleados uniformados bloquearon su

—Quítense. —

—Pero…—

diré una vez más, al auto, al hospital.

elevó su voz, su tono

gritando —Sr. Haro, abajo,

cerró la puerta

aún estaba asustada por

con ansiedad —Esas personas…

nada, no te

a por

—No pueden hacer nada. Relájate,

controlar su respiración

el coche, Joan

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