Era de madrugada.

Farel regresó a su casa en el Barrio El Magnético.

El gatito, al oír ruido, corrió desde la sala y se restregó hábilmente contra sus piernas, ligeramente mimado.

—Miau. —

Farel cerró la puerta y se cambió los zapatos en el vestíbulo.

Luego fue al balcón a limpiar la arena del gato y le rellenó el comedero y el bebedero.

Regresó a la sala, se quitó el abrigo, soltó la corbata y observó la decoración del lugar.

El sofá, la mesa de café, la alfombra, las cortinas…

Todo había permanecido igual durante años, no había cambiado nada.

Incluso la manta blanca del sofá, el mantel de flores y las sábanas color crema seguían siendo los mismos de siempre.

Ya estaban desgastados por el paso del tiempo, con algunos pelos de gato.

Farel se detuvo un instante.

Quitó la manta del sofá y la metió en la lavadora.

Luego, pensándolo bien, cambió también las sábanas y las introdujo en la lavadora.

Hecho todo, la noche se hizo más profunda.

Farel se recostó en la cama, sacó su celular, abrió la galería y seleccionó una foto borrosa.

La amplió, una y otra vez.

llenó toda la pantalla, y solo entonces, se quedó mirando

Al día siguiente.

a reportarse a la sede

experiencia acumulada, ahora era capaz de liderar un equipo por sí misma en

le había asignado un área en la sede

Joan entró con

que firme

sentado detrás de su

para la tarde?

seis hay una conferencia virtual internacional, el CEO de la otra

pluma, firmó los documentos y, como si nada, le

el GCES esta

—Ponlo en la

estaba confundido —¿Y la

—Aplázala. —

—Entendido. —

noche, la cena

salón de banquetes, todos

vestido y se maquilló, llegando al centro de

mucha gente en el salón

preparaba cócteles mientras

qué me quitaste la

entrada, ordenándole en

mirando con

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