Era de madrugada.

Farel regresó a su casa en el Barrio El Magnético.

El gatito, al oír ruido, corrió desde la sala y se restregó hábilmente contra sus piernas, ligeramente mimado.

—Miau. —

Farel cerró la puerta y se cambió los zapatos en el vestíbulo.

Luego fue al balcón a limpiar la arena del gato y le rellenó el comedero y el bebedero.

Regresó a la sala, se quitó el abrigo, soltó la corbata y observó la decoración del lugar.

El sofá, la mesa de café, la alfombra, las cortinas…

Todo había permanecido igual durante años, no había cambiado nada.

Incluso la manta blanca del sofá, el mantel de flores y las sábanas color crema seguían siendo los mismos de siempre.

Ya estaban desgastados por el paso del tiempo, con algunos pelos de gato.

Farel se detuvo un instante.

Quitó la manta del sofá y la metió en la lavadora.

Luego, pensándolo bien, cambió también las sábanas y las introdujo en la lavadora.

Hecho todo, la noche se hizo más profunda.

Farel se recostó en la cama, sacó su celular, abrió la galería y seleccionó una foto borrosa.

La amplió, una y otra vez.

que el contorno borroso de una mujer llenó toda la pantalla, y solo entonces,

Al día siguiente.

reportarse a la sede

cuatro años de experiencia acumulada, ahora era capaz de liderar un equipo por sí

área en

luminosa, Joan entró

Haro, necesito que firme

de

hay programado para

las seis hay una conferencia virtual internacional, el CEO de la otra empresa quiere negociar contigo

los documentos y, como si nada,

en el GCES

le dijo —Ponlo en la agenda, dile a Berto que me devuelva

confundido —¿Y la

—Aplázala. —

—Entendido. —

la noche, la cena estaba a punto

del salón

maquilló, llegando al centro

mucha gente en el salón

discreto del bar, Berto se preparaba cócteles mientras bromeaba con Farel a

qué me

entrada, ordenándole en voz

estás mirando con tanta

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