Receta para robarle el corazón al Dr. Farel

Evrie no se sentía muy bien esta noche.

Era como si hubiera tomado la medicina equivocada, presionándola una y otra vez, sin parar.

Las cálidas manos de Farel masajeaban su cintura, mientras continuaba con el movimiento, rozando su voz ronca en su oído.

—¿Todavía te duele la cintura?—

Evrie se aferraba a sus hombros, sus ojos llenos de humedad, incapaz de decir una palabra.

Farel inclinaba la cabeza, rozando su oreja, su voz se tornaba aún más sugestiva.

—¿Sientes esa sensación agria pero a la vez confortable?—

Evrie…—

Hacía años que no se veían, y sus palabras coquetas habían aumentado.

Finalmente, exhausta, cerró los ojos y se quedó dormida en sus brazos.

Incluso en sueños, podía sentir un cálido pecho detrás de ella, una mano grande masajeando su cintura con una presión perfecta.

Agrio pero delicioso…

Ojalá pudieran seguir así para siempre.

Eso pensaba mientras se adormecía.

Cuando apenas amanecía, un susurro la despertó, y sintió a alguien besándola.

Evrie abrió los ojos y vio a Farel ya vestido junto a la cama, atándose silenciosamente la corbata.

Parpadeó, su garganta aún seca.

te vas

con

no estaba presente, era fácil deducir que la situación aún era peligrosa.copy right

con ella indicaba que la crisis aún

seguir siendo amantes en

de la cama, arrodillada en el borde, lo abrazó en silencio,

mano para sostener su espalda, acariciándola suavemente, su voz era especialmente suave y profunda en la

—¿Me vas a extrañar?—

con más fuerza—Es que

puedo hacer

ser una buena diseñadora y cuidarte. Yo

Evrie estaba preocupada—Pero…—

empujándola suavemente contra él—Si no puedo protegerte, ¿qué derecho tengo de volver a

su rostro marcado por la penumbra, dejando solo su voz grave resonando entre

Evrie dio

él, abrió la boca

su garganta, finalmente

de Farel, tirando de ella hacia abajo, y en el momento en que él inclinó la cabeza instintivamente, ella levantó la cara

una libélula rozando el agua, con calma y

cuidaré y no

cabeza y la besó profundamente una vez

fue de prisa, llevándose consigo el frescor de

edredón todavía conservaba su aroma; se acurrucó entre las sábanas, cerró los

Al amanecer.

desayunó y luego