Capítulo 27

El chofer conocía los hábitos de Morgan, así que cerró las ventanas del coche para que las dos en el coche no escucharan su conversación.

Cira retiró su mano y dijo en un tono distante:

-No quiero ser una molestia, señor Vega.

Morgan también respondió con indiferencia:

-¿Acaso alguna vez te he considerado una molestia en el pasado?

Cira no creía haberle causado problemas, pero en ese momento no tenía fuerzas para discutir con él:

-En resumen, considerando nuestra relación actual, eso no sería apropiado.

Morgan se burló ligeramente:

-¿Qué tipo de relación tenemos?

Cira se sentía realmente exhausta en ese momento. Keyla no quería que se encontrara con Morgan, y ella tampoco quería encontrarse con él. El simple hecho de estar en el mismo espacio que él la asfixiaba. Dijo:

-En serio me siento mareada. No quiero seguir en el coche. Ya estoy cerca de casa, puedo volver caminando. Si es conveniente para ustedes, por favor, dejen a Clara en la puerta del vecindario.

Morgan no sabía cómo consolar a las personas, tampoco tenía mucha paciencia. Solo preguntó fríamente:

-¿Subes al coche o no?

quiero tomar el coche.

solo hizo una pregunta y volvió al coche de

se quedó atónita y

ha

volver caminando–dijo

la dejarás caminar sola? -interrogó Clara.

la mirada y miró a través del retrovisor hacia la fila trasera.

labio

su labio y abrió la puerta del

+15 BONOS

bajo del

tan enfadada que no pudo contenerse insultar a Morgan con palabras sucias,

cuál parte de su cuerpo le dolía tanto, era el estómago o el abdomen. No podía soportar

-¡Cira!

esa hora no había taxis en la calle.

que se había alejado retrocedió y se detuvo frente

no se preocupaba por lo fuerte que había insultado a Morgan

¡Ayuda a Cira, por favor! ¡No está

del suelo, colocándola en el asiento trasero. Clara también se subió al asiento del copiloto, urgió:

vamos

en marcha rápidamente. Cira temblaba y sudaba por todo el cuerpo, su conciencia estaba borrosa y se apoyaba débilmente en el

debería poner en su rostro y dijo a regañadientes:

qué no se preocupa por su salud?

Notó que tenía algo pegajoso en las manos, como si se hubiera manchado cuando levantó a Cira. Frunció el ceño y encendió la luz. ¡Resultó

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