Capítulo 87

-Señor García, me está elogiando demasiado. Sólo tengo mucha práctica. En realidad, antes no le sabía tanto al Fucho, pero como soy la secretaria principal del Grupo Nube Celeste, tengo que mantener contactos con los socios y sus señoras en nombre de la empresa. Y cuando nos juntamos, jugamos cartas, así que poco a poco le fui agarrando el modo.

Fermín se detuvo brevemente mientras tomaba una carta.

Secretaria principal…

Mantener contactos con los socios y sus señoras…

Reflexionando en su mente sobre aquello, él murmuró: -Ya veo.

Morgan, debido a las significativas palabras de Cira, la miró de reojo y jugó una

carta.

Sin el mínimo temor, Cira le devolvió la mirada. Sus palabras eran para Fermín, pero también para él.

¿Morgan de verdad estaba decidido a usarla como moneda de cambio?

Ella ocupaba el cargo de secretaria principal en el Grupo Nube Celeste y tenía acceso a una gran cantidad de recursos de clientes. Si Morgan se atrevía a hacerlo, ella podría no tener control sobre lo que revelaría. Si mencionara sin querer las preferencias o hábitos de clientes importantes a Fermín y estos fueran luego atraídos por otros, no sería su responsabilidad.

Además, no sería considerado una traición a secretos comerciales de la empresa; simplemente sería charla informal durante un juego de cartas sobre las anécdotas de los clientes.

sonrió dulcemente y continuó: -La que más me ha enseñado es la señora Aravena, pero la más divertida en

Es un juego muy interesante. Señor García, ¿usted juega?

nunca lo he jugado. Sin embargo, suena interesante según lo que dices. ¿Por qué no me enseñas

su rostro. Claro. Más tarde le diré qué es lo que les gusta jugar al señor Muñoz y al señor Molares.

hablaban, ella volvió a ganar la partida.

+15 BONUS

soltó una risa sarcástica. Había subestimado a esa mujer.

que ella se atreviera a amenazarlo.

los labios y preguntó: -¿Continuamos?

que estamos aquí para jugar

acabó el alcohol. Ve a buscar más.

se puso

-Señor

sentido: Manejaste bien un juego con malas cartas. No es

hay de qué.

de la habitación y no fue hasta que se

probablemente no la entregaría

menos que realmente quisiera apostar si ella mantendría la boca cerrada y

definitivamente, él no

que tenía confianza, y él siempre estaba seguro. Su vida iba sobre ruedas,

él nunca lo

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