Capítulo 94

Osiel tomó una servilleta y se la pasó a Cira.

Ella suspiró suavemente, la tomó y le dio las gracias, antes de secarse aquellas lágrimas que ni siquiera sabía qué representaban.

Osiel la miró en silencio. Siendo mayor que ellos por varios años, naturalmente. entendía más sobre asuntos sentimentales.

Las personas emocionales suelen ser las que más sufrían. Los sentimientos erosionaban mucho a la energía, así que él siempre los mantenía a distancia.

-Ya le mandé un mensaje a Marcelo para que venga a recogerte.

Cira rechazó de inmediato: -No es necesario. Es muy tarde, no quiero molestarlo.

Osiel la miró de arriba abajo y le recordó: -Pero esta noche, necesitas quedarte en algún lugar, ¿verdad?

Las palabras dejaron a Cira paralizada.

Eso era cierto.

casa,

Estaba en un barco, no en tierra firme; no era como ser expulsada de encontrar un hotel al azar y obtener una habitación con sólo gastar algo de dinero. Además, no podía pasar la noche en la misma habitación que Osiel.

Aunque ambos sabían que entre ellos no pasaría nada, si los veía alguien más, podrían no pensar lo mismo.

Era justo como lo que había pasado hace un momento: a los ojos de Morgan, ella se había acostado con Marcelo.

y tal vez algo sucedería esa noche entre ellos; después de

no eran mujeres del mismo tipo, para él no tenían mucha

no tenía nada

o en algún salón para pasar esa

y saludó

asintió y dijo: -Llévala a descansar. Señorita López, no olvides lo

+15 BONUS

en

Marcelo la llevó.

de la habitación, Marcelo se quitó el abrigo y se lo colocó a ella sobre los hombros. -Ponte esto. Aún sigues enferma, no quiero

Lo siento mucho, te he causado muchos problemas esta

tanto. Ayudar a mi amiga en problemas no es molesto -respondió Marcelo sonriendo. Después de acomodar el cuello,

se detuvieron, Cira se dio cuenta de que él no

la entregó. Cuando el señor Vega se te llevó, supuse que tal vez tendrían una discusión esta noche y me preparé

la tarjeta cuando Osiel me llamó. Y

sabía qué

de Osiel, ni

una nueva.

se mesuraba siempre, sino que

que merecía ser tratada con amabilidad.

ser como una herramienta

emocionó tanto que su voz tembló. -Muchísimas gracias, señor Sánchez.

es nada. Ya,

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