Capítulo 0313

Morgan la miró fríamente: -¿No fuiste tú quien quiso pagar la tarifa del coche?

Cira apretó los dientes, y Morgan no continuó conduciendo

lentamente. Aceleró repentinamente, tomando una curva cerrada en la montaña. Cira, desprevenida, se golpeó contra la puerta del coche y luego fue jalada de regreso al asiento por el cinturón de seguridad.

Aunque no le dolió, se sintió humillada, sus ojos se llenaron de venas rojas mientras miraba fijamente al hombre.

Morgan apretó la mano en el volante, y la velocidad del coche

disminuyó un poco. Su tono también se volvió más severo: -¿Cómo es que antes no sabía que tenías tanto temperamento? Ni contigo ni contra ti parece funcionar.

Si esas palabras vinieran de otra persona, quizás sonarían como u especie de cariño frustrado, como un «realmente me dejas sin opciones).

Pero él era Morgan.

Así que Cira solo percibía impaciencia.

La personalidad de Cira era así. Normalmente era tranquila y contenida, podía controlarse en cualquier situación.

Pero cuando su cuerpo no se sentía bien, sus emociones y su temperamento tendían a surgir. Como aquella vez en Ciudad Aguavilla, cuando tenía hambre y dolor de estómago, se enfrentaba a cada comentario de Morgan. Esta vez no era diferente.

-También encuentro muy interesante al señor Vega. Cuando la señora mayor me estaba

también estaba en la habitación del bebé, la vigílé todo el tiempo,

podías hablar tanto con Aurora solo porque

perseguirme, ¿no te parece que tus acciones son contradictorias,

cara de Morgan se endureció aún

niñera, al personal de seguridad, a

menos a él.

mencionó, y aún así

no me habrías ayudado, ¿para qué gastar mis

Morgan se enfrió:

habrías ayudado. ¿No es así? No eres el profesor Sánchez, no te pondrías de mi lado sin razón, y

más profunda:

Entonces solo puedo culpar al señor Vega por sus grandes hazañas del pasado, que me dejaron esa

Sánchez, profesor Sánchez, profesor Sánchez, no para!

volvió helada

detuvo justo en una pendiente, la parte delantera más baja que la trasera. Cira, por inercia, se inclinó hacia adelante, pero afortunadamente se agarró de la manija y no

subido a su coche y él a propósito la sacudía así

se sentía mareada, casi

oídos: -¿Así que tu aspecto explosivo ahora es por Marcelo? Si tanto te gusta Marcelo, ¿por qué no aceptaste su declaración? ¿Por qué no lo retuviste? ¿Por qué no hiciste que se quedara

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