Rómpeme Cúrame y Olvídame

Capítulo 186

La conversación fue sin duda una bofetada en la cara para Melody, quien, con la cara pálida, observó cómo Briar y Diego se alejaban. Se quedó sentada en el vestíbulo durante un largo tiempo antes de vólver, como en trance, a su estudio.

para preguntar, -¿Qué

Sus colegas notaron su evidente cambio de expresión y se agruparon alrededor para pregunt pasó? ¿Discutiste con el cliente?-

-Ya decía yo que ese cliente tenia pinta de ser complicado, seguro no era fácil de tratar. Si hubiéramos sabido, hubiéramos mandado a un hombre, ¡mira que asustaron a nuestra diosa!- Bruce le preparó un café a Melody y, con un gracias de ella, el café pareció calmarla un poco.

Trey, ocupado pintando, le echó un vistazo a Melody con cara de pocos amigos y después de un largo silencio volvió a su trabajo. Le dijo indiferente, -¿Conoces a Briar Yelamos?-

La expresión de Melody se tensó y luego rápidamente giró su cabeza diciéndoles, -No… no lo

conozco-

-Por la cara que pusiste parece que tienes historia con él- Trey sonrió de una manera un tanto enigmática. ¿No será que tuvieron algo?-

Melody se puso pálida y lo negó rápidamente, -No, imposible. Si hubiera tenido algo con él, no estaria aqui trabajando-

-Supongo que sí-

un significado profundo, mirando a Melody, -Parece que no

con tu belleza podríamos sacar algo

con ironía.

había dado ni

pasar de los años, se había ido desgastando.

logró conseguir la inversión para el taller. Ángel, preocupado por la presión que ella pudiera estar sintiendo, se

–

si me voy, él les

que no soporta verla en ningún lugar? ¿Es que

dices eso de repente?- Angel se sorprendió. -No renuncies, eso es

tomes tan a pecho- Bruce se acercó con

sonrisa de disculpa. Si no hubiera sido ella quien lidiara con Briar hoy, tal

estaba dispuesto a

reflexionó por largo tiempo y sintio que no podía seguir siendo una carga. Quizás haber venido a ese taller fue un error. Al día siguiente no fue al trabajo y se quedó sentada en casa,

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Capitulo 186

podía hacer para evitar la

puerta, allí estaba Trey, con unas gafas de montura fina, luciendo una sudadera gruesa que le daba un aire de joven adinerado y despreocupado, con un reloj deportivo en la muñeca. Al verla, extendió la mano y la sacó de