apítulo 6

Dicho eso, Natalie abrió la puerta, se bajó y se dio la vuelta para regresar. El Maybach negro se detuvo en el sitio durante un rato, pero finalmente se fue en la dirección opuesta.

En el automóvil, Leonardo observó la cada vez más difuminada figura de Natalie en el espejo retrovisor y se sintió más y más irritado.

No entendía por qué Natalie, quien siempre había sido gentil, estaba actuando de manera tan obstinada esta vez. Él había dejado a un lado su orgullo para ir a buscarla y, aun así, ella seguía insistiendo en el divorcio.

Sin embargo, la prioridad inmediata era ir a ver a Matilda, y pensó en buscar un momento más tarde para hablar con Natalie.

Por otro lado, Natalie había caminado unos cien metros de regreso cuando recibió la llamada de Bryan.

—Natalie, ¿dónde estás ahora?

Al notar la ansiedad en su tono, a ella se le entibió el corazón.

—Estoy de regreso, a mitad de la montaña.

—¿Y dónde está el señor Ramos?

Natalie respondió con calma: —Se fue.

—¿Así que dejó a una chica sola a mitad de la montaña a altas horas de la noche? Iré a buscarte de inmediato, ¡dame cinco minutos!

Sin darle la oportunidad de rechazar, Bryan concluyó la llamada justo tras decir eso.

Natalie guardó su celular y lo esperó en su sitio.

Cuando Bryan llegó, la encontró parada al lado de la carretera, pateando piedras sin mucho ánimo.

Al oír el sonido del motor, Natalie levantó la vista y vio que el auto de Bryan se detenía frente a ella.

Él se bajó del coche y, al ver que estaba bien, soltó un suspiro de alivio. Se acercó rápidamente y le abrió la puerta del asiento del pasajero.

—Sube.

Viendo lo considerado que estaba, Natalie no pudo evitar sonreír y bromeó: —No me extraña que muchas chicas quieran ser tu novia. Eres un caballero de verdad.

Bryan le devolvió la sonrisa. —¿Y tú? ¿Crees que soy idóneo para ser novio?

Natalie supo que estaba bromeando de acuerdo con su actitud relajada, así que asintió en cooperación y respondió: —Claro que sí. Si fueras mi novio, serías un modelo a seguir perfecto.

Una pizca de tristeza parpadeó en los ojos de Bryan, pero aún sonreía mientras decía: —Lástima que la persona que me gusta no siente lo mismo.

un suave golpecito en el hombro y le consoló: —Qué casualidad,

pudo evitar reírse y sacudió la cabeza. —Tu consuelo

mejor volvamos. Mañana empiezo a trabajar

una ceja. —¿Vas a

aunque vuelva a trabajar como agente, no te

no dijo

café ya se había enfriado. A Natalie ya no le apetecía tomarlo, así que

de prepararse y bajar, encontró a Tina esperándola

Rojas, ¿qué te parecería si

como demonio hambriento, arrojó

el camino a la empresa, revisa todos los documentos. Hoy

al mirar los archivos en sus brazos.

Durante estos tres años que no has estado a cargo, esos viejos casi hacen que MY se venga abajo. Metieron a sus parientes en la empresa, todos unos vagos que sólo

quedó

camino a la oficina, Tina no pudo resistir la tentación de su naturaleza

a recogerte esta mañana. ¿No ha pasado ni un rato desde

serio, explicó mientras la miraba: —Primero, somos sólo amigos. Segundo, aún no me he divorciado

—Entonces, ¿ya estás manteniendo a un hombre mientras estás casada con Leonardo? ¡Vaya trama

palabras. —… ¿Pasaste el examen de literatura alguna

la barbilla con orgullo. —Eso seguro, fui la mejor de mi

tu clase

los ojos

y bajó la cabeza

de un corto período de tiempo, su celular

y, al ver que era un número desconocido, un destello de duda pasó por

la voz de Leonardo, quien parecía estar rechinando

mi número

el celular y se lo arrojó a Tina. —Consígueme una nueva tarjeta SIM y

que Natalie acababa de tomarle el pelo, se burló deliberadamente: —¡No

y respondió con una ceja enarcada: —Está bien. De todas formas, ya no tengo remedio para salvar MY, mejor iré a presentar la bancarrota

Me equivoqué, ¡ahora

una risita al observar cómo la halagaba. —Sólo estaba bromeando contigo, no te lo tomes en

no tenía

lo primero que

y arrogantes salieron uno a uno de la sala, con caras lívidas

Natalie

quedé de piedra mientras dejabas a esos viejos sin palabras con tu regaño! ¡Nunca

sin emociones en su rostro, ordenó: —Arma enseguida la lista de los empleados que los accionistas han metido en la empresa y entrégamela. Mañana pienso correr a todos

deben estar echando humo después de perder ante ti. Si

alguien tiene alguna objeción, que venga a mi oficina y hable

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