Capítulo 7

Leonardo tomó su celular con una chispa de expectación en los ojos, pero cuando leyó el nombre en la pantalla, la decepción se apoderó enseguida de su rostro.

Era Matilda quien llamaba, y tan pronto como se conectó, llegó su voz que llevaba un tono alegre: —Leo, se acerca el cumpleaños de mi abuelo. Mis padres me pidieron que entregara las invitaciones. ¿Estás libre más tarde? Casualmente pasaré por el Grupo Ramos. Pienso darte la invitación y luego almorzamos juntos, ¿sí?

Leonardo respondió en tono plano: —De acuerdo.

—Perfecto, entonces te veré más tarde.

Después de colgar, la irritación en el corazón de Leonardo no sólo no disminuyó en lo más mínimo, sino que se sentía algo deprimido, lo que le dificultaba más concentrarse en su trabajo.

Nunca imaginó que Natalie se mostrara tan decidida esta vez, ¡que se negaba a conectarlo!

Toc, toc, toc…

En ese momento, llamaron a la puerta. Carlos entró con un documento y declaró con expresión grave: —Señor Ramos, acabo de recibir información. ¡Parece que están adelantando la subasta de esos terrenos en el este de Monteflor!

Leonardo frunció el ceño y de inmediato se puso seria mientras ordenaba: —Ve y diles al encargado de este proyecto y a los accionistas que nos reuniremos en cinco minutos.

Cuando Matilda llegó a la empresa, Leonardo aún estaba en la reunión, así que fue Carlos quien la recibió.

—Señorita, el señor Ramos acaba de entrar a la juntada. Me pidió que la llevara a su oficina para que lo esperara allí.

Matilda sonrió amablemente. —Gracias.

Carlos la acompañó al despacho de Leonardo y se marchó después de decirle que lo avisara si necesitaba algo.

Una vez cerrada la puerta, Matilda se acercó al escritorio y se dispuso a dejar la invitación con letras doradas cuando notó una caja roja en un rincón y se detuvo en seco.

La caja era claramente para joyas. Se le ocurrió que también se acercaba su cumpleaños y no pudo evitar preguntarse si sería un regalo que Leonardo le había preparado.

Después de un breve titubeo, ella tomó la caja.

«De todos modos, es algo que me compró, así que no hay problema si echo un vistazo, ¿verdad?»

la caja, revelando el collar que Leonardo había comprado

pensaba dárselo, pero él guardó silencio. Ahora sabía que

sonrió, cerró la caja y la colocó en su

reunión terminó, ya

Leonardo se disculpó: —Tuve una importante

—Entiendo. Ya hice un pedido de comida para llevar. Debería

—Perfecto.

El cumpleaños de mi abuelo es el próximo sábado, ¿tienes tiempo para

días, así que no estoy seguro de si llegaré de vuelta el sábado…

últimamente? Intenté llamarla, pero

hizo una mueca y su voz se volvió fría. —¿Para qué la

sentía que

silencio momentáneo antes de que Leonardo respondiera: —Hablaré con ella

a discutir ese asunto más, Matilde no

***

un prospecto cuando recibió la llamada de su

el cumpleaños de tu abuelo,

con indiferencia: —Conseguí un trabajo recientemente y podría estar

la regañó, enojado: —¿Qué podría ser más importante que el cumpleaños de tu abuelo?

familia López ya no era lo que solía ser. Hace un mes, el cabeza del clan, Santiago López, le había indicado a su hijo Ricardo que se asegurara de que Leonardo asistiera

decidió que hacía falta decirles en persona sobre su intención de divorciarse

lo

Ricardo finalizó la llamada sin decir nada

frunciendo el ceño, preguntó: —Ya pediste a

no podía sentir el menor cariño por esa hija que estaba separada de ella desde

López confiaba mucho

decidieron dejarla

de repente, y la familia López no tuvo más remedio que ir a buscar a Natalie, ya que ninguno de ellos fue compatible como donante

a su alto parecido genético como gemelas, finalmente hubo la compatibilidad exitosa. Natalie le donó médula a

veían, les recordaba las palabras de la adivina, como una espina clavada en

adoptada por gente de un lugar apartado en el campo, y se irritó al verla

que Beata se enfadaba en poco tiempo cada vez que hablaba con

evitar sentir asco

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