apítulo 80

Natalie se sentía llena de culpa. Ahora que Escorpión había puesto sus ojos en ella, aunque él no hubiera orquestado un choque automovilístico a Leonardo en su camino al Registro Civil, seguro que buscaría otras maneras de lastimarlo.

-Abuela, él estará bien, ¡lo prometo!

¡De ninguna manera ella iba a permitir que nada le sucediera!

Después de consolar a Josefina y asignar a alguien para acompañarla de vuelta, Natalie regresó afuera de la sala para seguir vigilando a Leonardo.

Al cabo de otro rato, Matilda, quien había recibido la noticia, llegó apresurada.

Con lágrimas en los ojos, su mirada enfadada se clavó en Natalie mientras la reprendía: Escuché que Leo tuvo un accidente cuando iba al Registro Civil. ¡Natalie, eres un imán de problemas! ¡Quien esté emparentado contigo tiene mala suerte!

Natalie se rio con frialdad, levantó la mirada y replicó palabra por palabra: -¿Y a ti qué te importa? No olvides que Leonardo y yo aún no estamos divorciados, así que tú, una amante, no tiene derecho a acusarme.

—¡Tú!

Matilda respiró hondo varias veces y, tras un momento de silencio, habló con disgusto: -Me quedaré con Leo. ¡Ya te puedes largar!

-¡La que debería largarse eres tú, Matilda! Todavía no te busqué problema por lo que pasó en el club hípico ese día, pero si sigues hablando de tonterías alrededor de mí como un mosquito, no me importaría enseñarte una lección ahora mismo. Justamente ahora Leonardo está inconsciente y no tiene a nadie que te respalde.

Matilda la señaló y rugió con dientes apretados: -Por fin mostraste tu verdadero rostro! ¡ Todo lo que solías mostrar de ser amable y considerada fue solo una fachada!

-Sólo soy amable y considerada con aquellos que lo merecen. En cuanto a ti… ¿tú te crees merecedora?

-¡Muy bien, Natalie! ¡Sólo espera!

de echar a Matilda, Natalie sintió

Leonardo, si no fuera por la preocupación de que Escorpión enviara

nuevo,

pierna de Leonardo representaba un problema. Ella no podía

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+15 BONUS

vacilación, Natalie finalmente llamó a un

marcar en tres años.

a punto de colgarse automáticamente cuando por fin se contestó, seguido

una voz burlona:

que aún te acuerdas de mí? Si me hubieras llamado

el labio inferior

con cierto disgusto:

-Así es…

al otro lado de la línea guardó silencio durante un largo rato, luego suspiró y habló: -Dejemos eso a un lado.

-Sí, bastante bien.

Elanciano resopló de desprecio.

vivo en las montañas,

nada! Si realmente te

del maestro, y de repente se sintió avergonzada de que su

dejarme

acudieras a mí en cualquier momento. Pero, ¿qué hiciste? ¿Es que piensas que ya

no supo qué

me delató! De otro modo, ¿cómo iba a saber el maestro lo que pasó entre Leonardo y yo

planeando ajustar cuentas con tu compañero

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