¿Tuvimos un hijo

Capítulo 237

«¡Dios mío! ¿Me estás diciendo que el hombre que ha estado pasando tiempo con Anastasia en el heredero de la familia de elite más importante del país y el presidente del Corporativo Palomares?». Al tener esa revelación, Oliver sintió que sus piernas se debilitaban. No podía creer que tuvo la suerte de conocer a alguien tan importante como Elías bajo esas circunstancias. Cuando volvió en sí, busco la lista de los billonarios del país, se sorprendió al descubrir que el nombre de Elías ya no se encontraba en ella. Sin embargo, se topó con un artículo que explicó el por qué algunos de los billonarios del país habían desaparecido misteriosamente de la mencionada lista. Al darle clic en el artículo, se dio cuenta que Elías era la primera persona que mencionaban, y la única razón que se dio por su desaparición de la lista era porque simplemente al él no le importaba el estatus. El no dar a conocer la inmensa fortuna de su familia solo lo hacía más difícil, tanto que nadie podía hacer una estimación correcta. Cualquier cosa que las personas hayan escuchado sobre su riqueza solo era la punta del «iceberg»; lo que había debajo de la superficie podía ser mucho más sorprendente que cualquiera pudiera imaginar. De pronto, Al leer este artículo, Oliver se sintió feliz de no haber sido tan despistado como para ofender al hombre antes. De lo contrario, estaría en demasiados problemas. Mientras tanto, Anastasia sirvió en espagueti después de haberlo cocinado y lo llevó a la mesa, tras lo cual Alejandro le dijo felizmente: ―¡Mami, tu «láptop» ha vuelto! Anastasia se congeló. «¿Acaso Oliver vino?». Después se apresuró hacia la habitación principal, solo para encontrarse con alguien encorvado en el escritorio armando algo con fervor. No era Oliver, sino Elías. Se había quitado el saco y enrollando sus mangas, y justo ahora, estaba arreglando su «láptop» ―Sabes lo que estás haciendo, ¿verdad? ―preguntó Anastasia casualmente mientras se asomaba por encima de su hombro. No era que dudara de él, sino que estaba preocupado por tenerlo trabajando en tareas molestas. Después de todo, él había nacido en cuna de oro, y probablemente estaba acostumbrando a ordenar a las personas a su alrededor. ―Tienes tan poca fe en mí ―dijo con sarcasmo mientras regreso a trabajar sin siquiera echarle un vistazo. Su tono de dureza no pasó desapercibido para Anastasia. ―¿Te importaría decirme que paso con las 28 llamadas que me hiciste esta noche? Realmente creí que te había pasado algo. La mirada de Elías se ensombreció en ese momento, y se giró para mirarla con furia mientras decía:―¿Anastasia, no sientes una mínima culpa por tratarme de esta manera? Al escuchar esto, lo miró boquiabierta. Aquellos que no saben nada, hubiera escuchado su molesta acusación y asumirían que tome su dinero después de haber jugado con su corazón. Por suerte, era inocente, y el único crimen que posiblemente pudo haber cometido era el no haber contestado sus llamadas. Anastasia lo miró con incomodidad. ―Está bien, no contesté tus llamadas, pero no tienes que comportarte de esta manera.―Por un momento, pensó que parecía una ama de casa disgustada. La idea de esto la hizo escupir, y se rio tan fuerte que se tuvo que sostener del marco de la puerta para estabilizarse. Elías la vio con un gesto de molestia. Si las miradas pudieran matar, ya estaría muerta justo ahora. ―No puedo creer que pienses que esto es divertido. Ella sabía que reírse de él era bastante irrespetuosos, pero era muy entretenido verlo encorvado junto a una «láptop» mientras intenta ensamblar sus partes. Finalmente, contuvo su risa restante. ―Está bien, me detendré, pero tienes que prometer que no volverás a llamarme tantas veces solo porque no conteste la primera vez. Me asustaría mucho ―dijo, mostrando que realmente había estado preocupado por sus llamadas insistentes. Después, frunció el ceño de preocupación y añadió: ―Hice espagueti. ¿Por qué no comes un poco antes de arreglar la «láptop»? Elías tenía mucha hambre, y prácticamente había terminado de ensamblar la computadora de todas formas. Se puso de pie y entrecerró sus ojos. ―El tipo de antes… ¿Cómo dijiste que se llamaba? ―preguntó en voz baja. ―Oliver ―respondió parpadeando. ―¿Dónde trabaja? ―En el edificio a lado del mío. ―¿Qué es lo que hace? ―Es un programador.―Anastasia estaba un poco confundida por sus preguntas. «¿Realmente me está interrogando justo ahora?». En ese momento, Elías estaba a un paso de Anastasia. Su mirada se oscureció considerablemente mientras decía: ―Cierto. Lo recuerdo. Anastasia finalmente entendió por qué le había preguntado sobre Oliver. Su mano salió disparada y lo tomó de su brazo mientras lo apretaba con fuerza. ―Espera, ¿A qué te refieres con eso? No vas a meterte con él, ¿verdad? Si continúa molestando a mi mujer, haré más que solo meterme con él. Debería cuidarse las espaladas si quiere seguir con vida.―Había un destello de asesino en sus ojos negros mientras dijo esto, y Anastasia pensó que vio una mirada maliciosa recorriendo sus hermosos rasgos. Estaba a punto de salir de la habitación, cuando Anastasia sintió la repentina necesidad dejar las cosas claras. Se apresuró hacia la puerta y la cerró para evitar que su hijo escuchara la conversación. ―Elías, ni siquiera pienses en lastimarlo. ―Pareces preocupada por él, ¿Por qué? ¿Te gusta o qué? ―preguntó Elías fríamente, sin ninguna pizca de calor en sus oscuros y tormentosos ojos.
 
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