¿Tuvimos un hijo

Capítulo 238

Anastasia se quedó sin palabra seguido del arrebato de Elías. «¿De dónde vienen estos celos? No soy su novia, y nada está pasando entre nosotros, así que, ¿Por qué de pronto está celoso de Oliver? ¿Siquiera tiene sentido esto?». Las luces hicieron relucir el filo desafiante de sus delicados rasgos mientras levantaba una ceja hacia el hombre frente a ella y dijo en tono de burla. ―Elías, creo que aún debes resignarte con el hecho de que puede gustarme o puedo enamorarme de alguien sin tener tu permiso. ¿Qué derecho tienes en meterte en mi vida? Sin embargo, poco sabia ella que cada uno de sus gestos y expresiones solo atraían a Elías aún más. Incluso la manera en la que se comportaba como una gatita inquieta estaba acariciando y moviendo sus deseos más salvajes. Una sonrisa de malicia apareció en sus labios mientras dijo de manera siniestra: ―Es cierto, puedes elegir amar a quien tú quieras, pero te prometo que esa persona terminara en las situaciones más desafortunadas. Al final, me aseguraré de que todos los hombres que piensen que tienen una oportunidad contigo se vuelvan tan miserables que desearían estar muertos. Anastasia nunca había conocido a alguien tan increíblemente poco razonable. Justo cuando estaba a punto de responder, alias cerro la distancia entre ellos y la hizo retroceder contra la pared. Luego dijo: ―Déjame decirte algo Anastasia, el lenguaje corporal de un hombre dice mucho sobre lo que siente por una mujer. Al momento siguiente, ella fue consiente sobre qué tan peligroso y domínate era. No solo era la mirada maliciosa en sus ojos que enviaban escalofríos recorriendo su espalda, pero también la manera en la que se movía tan ágilmente y la acorralaba como si fuera una presa indefensa. Incluso podía sentir el calor que desprendía a través de la tela de su ropa. Era como si su mente hubiera colapsado en ese momento, y después la sangre subió a su rostro. Elías se había deshecho de su fachada de caballero civilizado, revelando a una bestia hambrienta y feroz dentro de él. Elías quería que supiera con cada fibra de su ser, que no era tan dócil como lo parecía; era igual de violento como cualquier otro, y no era alguien con quien se pudieran meter. Las 28 llamadas que le hizo esa noche fue el último muro que mantuvo su furia a raya. Anastasia estaba a punto de empujarlo cuando los labios de Elías chocaron con los suyos, exigiendo y castigando como siempre. Su piel se erizó mientras algo cálido y electrizante corría a través de ella, pero justo cuando estaba por perderse en el beso, el hombro se alejó y salió por la puerta, dejándola sorprendida y apoyada contra la pared. Anastasia salió de la habitación después de recuperar la compostura, solo para ver a Elías sentado en la mesa disfrutando el espagueti que hizo, incluso le sirvió una pequeña porción a Alejandro. Ambos se miraban como un par alegre mientras estaban sentados uno frente al otro y sorbían los fideos hambrientos. Anastasia le costó mucho creer que ese hombre, que parecía un tipo de amo de casa cálido y amable, la había inmovilizado contra la pared como un canalla hace unos momentos. «Solo es un idiota con pedigrí, es por eso». Pensó de manera sombría. Ella comenzando a odiarse a ella misma por permitir que Elías la hiciera sentir todas esas cosas en la habitación. Tal vez realmente era débil. Elías llevó a Alejandro a dar un paseo después de la cena. Aunque se estaba haciendo tarde, Anastasia sabía que su hijo estaba a salvo con él. En ese momento, se sentó en el sofá y dejo que su mente vagara, pero mordió su labio inferior cuando se dio cuenta que estaba pesando en el beso de antes. El beso había uno exigente e imperdonable. Elías era en todo sentido despreciable, pero por alguna razón que Anastasia no podía comprender del todo, fue arrastrada por la dulce y abrumadora corriente de su beso. Ella claramente recordó sentirse como si había una parte vacía que finalmente estaba siendo llenada, y se sintió decepcionada cuando se alejó repentinamente al final. «¿Qué demonios está pasando? No me estoy enamorando de él, ¿o sí?». Quería darse una bofetada en el rostro. «No, no puedo enamorarme de él. ¡Es el hombre de Helen!». Por mucho que deseara vengarse de Helen por hacerla pasar un momento horrible hace años, y aunque Elías se presentó como un peón perfecto para la venganza, Anastasia no tenía la intención de caer tan bajo. Después de todo, no quería arruinar la vida que había creado para ella a pensar de toda la adversidad. Incluso había considerado vengarse si no tuviera a Alejandro, tener cualquier idea loca y llevarla a cabo. Por suerte, tenía un hijo que cuidar, y sus deberes de madre hicieron que entrara en razón. Se rehusó a hacer algo que pudiera perjudicar a Alejandro al final. Lo más importante, aún podía escuchar la amenaza de Helen resonando en sus oídos. El acompañante masculino que la encontró no hace mucho, pudo haberse presentado de la nada, por cortesía de Helen. Esto solo podía significar que Helen y el acompañante masculino han estado en contacto todo este tiempo. «Si ese idiota algún día se presenta ante Alejandro». Anastasia se estremeció al pensar en cómo reaccionaría el pequeño al tener un desconocido y escoria agresiva como padre. «¿Qué tal si ese hombre decide quitarme a mi hijo?». Comenzó a hundirse en la paranoia, y estaba realmente preocupada y aterroriza de que un día, esa escoria de hombre aparezca y destruya su vida de nuevo.
 
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