Capítulo 489

Ariana escuchaba a su madre hablar mientras intentaba recordar aquel verano en casa de la abuela, cuando tenía unos ocho o nueve años. Vagamente, según lo que su madre habia mencionado, parecía tener algún recuerdo. El nieto de la vecina, la abuela Natalia, en ese momento debía tener unos cuatro o cinco años, antes de comenzar la escuela. Era un niño delgado y de piel clara que, a diferencia de los otros niños que se divertian cazando peces y jugando con el barro, él prefería mantenerse limpio, no encajando completamente con los demás. Una vez, unos niños traviesos le lanzaron barro a propósito, ensuciando su ropa. Se peleó con ellos, pero al ser superado en número, terminó debajo de varios niños, cubierto de barro. Ariana pasaba por ahí y, al decir que iba a informar a los padres, los niños traviesos huyeron asustados. Desde entonces, él la siguió todos los días. Ariana solia llevar su tarea de vacaciones a casa de la abuela, trabajando en el patio a una hora fija cada día, y él se sentaba a su lado, a veces señalando palabras en el libro preguntándole cómo se leían.

Ariana recordaba vagamente esos eventos. El año siguiente, su abuela falleció y, con nadie en la casa antigua, su madre contrató a alguien para limpiarla regularmente, y Ariana dejó de visitar durante las vacaciones. No sabía por qué su madre había sacado el tema de repente. “¿Qué pasa, mamá? Recuerdo un poco.”

Natalia y yo éramos muy buenas amigas de niñas, íbamos a la escuela juntas de la mano. Sabía que ella estaba enamorada del lider de la clase vecina; siempre me arrastraba al baño, pasando por su clase solo para ver al chico. Luego, cada quien formó su propia familia, y con el fallecimiento de tu abuela, visité menos y perdimos contacto…” La madre de Ariana, al recordar a los

carrera que túl Con todo el tiempo que has estado en San Bernat, ayúdalo y cuida de él, ya te enviaré su número, tómate la molestia de contactarlo.” Antes de que Ariana pudiera asimilar la información, su madre colgó, y poco después, su teléfono recibió un mensaje de su madre con un número de teléfono. Ariana funció el ceño ligeramente, guardó su teléfono, sintiéndose un poco extraña sobre tener que cuidar de un vecino, ahora compañero de universidad, tan alto. Ariana, sosteniendo el asa de su maleta, miró a Roberto, quien seguia sentado a un lado de la calle sin moverse, sintiéndose algo frustrada. Con un

Ariana. “Hermana mayor, tengo hambre.

de debilidad, sin esperar que

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