Capítulo 221

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No he hecho nada llegal.

Quiero ver a un abogado.

Quiero ver a mi abogado.

Voy a denunciarlos por entrar en mi casa sin permiso.

El oficial al mando le dio una descarga eléctrica con su bastón.

Advirtió: “Si sigues interfiriendo con la ley, se te añadirá otro cargo.”

Maldición, en sus años como policía, nunca había visto a alguien tan arrogante y malvado como los Ocaña.

Por fuera, tenían negocios, pero las cosas que hacían en la sombra, cualquiera de ellas era suficiente para mandar a los Ocaña directo al infierno. ¡Lavado de dinero!

¡Contrabando ilegal de armas!

¡Tráfico de drogas!

¡Comercio ilegal de organos humanos!

Las personas que han lastimado podrían dar vueltas a la capital varias veces.

Si la cabeza está podrida, las extremidades se pudren también.

Sus hijos son aún peores.

El hijo violó y mató a una niña.

La hija acosaba a sus compañeros.

Quién sabe cuántos niños inocentes han sido víctimas.

cánceres de la sociedad, si no se les da un castigo extremo,

momento antes estaban charlando alegremente, soñando con su lujoso crucero de una

como si fueran gallinas, una por una empujadas

escándalos y se resistieran, no pudieron escapar de ser capturadas.

autos policiales capturaron a todo el grupo de mujeres en la villa de los

gracias a Higinia, que había hecho la cita con ese grupo de ricachonas, ahorrándoles tener que capturarlas

mujeres de la casa, ahora iban por los

Por otro lado.

ocho en punto.

la familia Fuentes y un equipo armado de policías salieron

su arma una y otra

“Cuando vea a esos viejos desgraciados, les disparo uno por

dijo: “No seas impulsivo.”

plan

las afueras de la capital.

oscura como la tinta, cubriendo el almacén

del almacén, había muchos hombres

fantasmas, estaban parados en puntos clave

cuidadosamente los alrededores, sus ojos tan agudos como los

ellos tenían la mano derecha en el bolsillo y la izquierda detrás

separadas, estaban listos para combatir en

un sótano lo suficientemente grande para albergar a

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Capitulo 221

camas, niños de siete a ocho años y adolescentes estaban atados,

terror en sus caras, observando a un grupo de hombres vestidos con batas blancas.

las agujas y bisturies en sus manos, los niños temblaban

les iban

los habían

¿lban a matarlos?

unos veinte o treinta hombres.

trajes finos

líder era el padre de un compañero que había acosado a Lluvia.

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