Capítulo 45

Me dio un susto de muerte. Fue entonces cuando, con retraso, me toqué el lóbulo de la oreja y descubr que sangre ya se había secado, dejando tras de si costras rojas. Al tocarla, el dolor en el lóbulo se intensificó. Había sangrado y ni siquiera me había dado cuenta.

Leticia me dio una palmada en la mano y preguntó: “¿Quién te manda rascarte así, no te duele?”

Después de decirlo, sacó un algodón con yodo de su bolso, recogió todo mi cabello y con cuidado desinfectó mi oreja tratando de investigar: “¿Cómo te pasó esto?”

“Andrea lo hizo.”

Le expliqué brevemente lo que habia sucedido.

Leticia comenzó a maldecir enfurecida: “¿Qué clase de persona es esa? Parece que es del tipo que ni con un código QR sabrías qué es. No es suya y aun así se atreve a tomarla, claramente es una ladrona reencarnada.”

“¿Por qué siempre maldices de la misma manera?”

Sus maldiciones, de alguna manera, aliviaron el pesar que llevaba todo el día.

Leticia me lanzó una mirada y me dijo: “Teniendo una amiga como tú, obviamente tuve que aprender a maldecir.”

“Oh.”

oreja, el yodo era frio pero no dolia tanto.

de cal y otra de arena. Ayer mismo te regaló los aretes, y hoy

él lo antes posible, no vuelvas a caer por

lo he olvidado.”

boca para afuera, cuando en tu corazón todavía lo guardas.”

está

hora de salir, ¿no ibas a acompañarme a recoger el

de trabajo muy eficiente, era agotador durante las horas

por lo que

hombro con facilidad y de

pescado, como el que soliamos

Podrás comerlo?”

“Si

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que ella se negara, así que exageré un poco: “He estado antojada todo el día, al mediodía comi un poco de

hambrienta hasta ahora.

el caldo de pescado.”

un gesto hacia mi vientre diciéndome: “Cuando nazca este pequeño, veremos cómo

es una

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