Capítulo 304

Era evidente que le agradaba. De otro modo, ¿cómo podría Isaac haber cambiado su actitud tan rápidamente, alternando entre alianzas matrimoniales y divorcios?

Los pensamientos de Abril coincidian perfectamente con los míos. Incluso con más confianza, ella levantó su barbilla y dijo: “¿Qué otra cosa podría hacer? No puedo permitirme ser menos que Cloé Coral, ¿verdad?”

Qué injusticia. ¿Por qué tenia que verme involucrada sin razón?

Por suerte, pronto un sirviente llegó corriendo y diciendo: “Matriarca, señorita Abril, la señora ha regresado:

La persona a que respaldaba a Abril había vuelto. Abril se secó la cara con algunas servilletas de papel y. llena de orgullo, tomó del brazo a Isaac, apresurándose a salir para ‘quejarse.

Yo solo podía pensar en una cosa; ese no era un lugar para quedarse mucho tiempo, Con Abril ya era suficiente y con Lorena llegando la cosa se pondria aún peor.

Me senté derecha, miré a Fabiola y le dije suavemente: “Abuela, hoy debo regresar a Puerto Nuevo, así que me iré ahora. Si tengo otra oportunidad, vendré a visitarla a Villa del

el Mar” Fabiola se mostró un poco decepcionada, pero no dija mucho, solo me pidió a buscar algo, dejando a Camilo para hablar.

que siguiera al mayordomo

Cuando volví después de recoger el objeto, Camilo estaba justo saliendo del salón de visitas. Se acercó a mi con pasos calmados y miró la caja de joyeria en mi mano preguntándome: “¿Qué te ha dado Fabiola?”

“Vamos a ver,”

y me senti un poco incómoda para mirar, solo me había dicho que era un pequeño detalle de la matriarca. Al

con indiferencia:

“Es demasiado caro…”

“Es al por mayor.”

cuello de mi ropa, impidiéndome avanzar, su voz tenia un tono de resignación mientras decía: ‘Durante todos estos años,

entendia el mundo de los ricos, por lo

era tan valloso como las dos piezas que Ricardo preparo

nacimiento para su nieto directamente, por lo

lo regalaba

de

“No es el caso.”

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Capitulo 304

soltó mi cuello y salimos juntos, diciendo lentamente: ‘Esta tuya, probablemente sea la más cara hasta ahora, Llevala,

Puerto Nuevo, el conductor manejaba el auto, Camilo no volvió a dormir profundamente, en cambio miraba por la ventana, sin saber en qué

muñeca, sintiéndola cálida y suave mientras le decía: “Tú y Fabiola, debieron haberse decepcionado bastante

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