Capítulo 424

Anochecía, el cielo se tiñó de un rosa que recordaba a las flores de la primavera.

Pablo aparcó el coche frente al edificio Grupo Castillo, y Violeta, llevando consigo una fiambrera térmica, se dirigió hacia el interior.

No tuvo que preguntar nada; una amable recepcionista se acercó inmediatamente a recibirla y la acompañó hasta el ascensor privado, facilitándole el paso sin complicaciones.

Era hora de salida y muchos empleados ya habian empacado sus cosas para irse, pero otros tantos seguian trabajando horas extras.

La planta superior siempre era un hervidero de actividad. Se podia ver a la gente de secretaría yendo de un lado para otro, aunque esa vez no había tantos murmullos y cuchicheos como la última vez que ella estuvo allí; en cambio, al verla, todos bajaban la mirada y seguían con sus tareas.

Incluso aquellos con quienes se cruzaba la saludaban con un “señorita”.

Estaba claro que no era solo por lo ocurrido la última vez; alguien había dado instrucciones específicas

sobre cómo tratarla

Violeta sabia bien quién podía ser y un dulce regocijo inundó su corazón.

“¡Violeta!”

“¡Raúl!”

Raúl se acercó a ella con paso firme y, asintiendo con una sonrisa, dijo, “El señor Castillo está en su oficina, te llevaré ahora mismo.”

“¡Perfecto!” Violeta sonrió con los labios curvados en una sonrisa.

Raúl la acompañó personalmente hasta la puerta del despacho del presidente. La puerta estaba abierta; Rafael estaba inclinado sobre su gran escritorio vestido con una camisa blanca, su traje negro colgado cuidadosamente sobre la silla de respaldo alto y la corbata anudada a la perfección.

Tras haber salido del hospital y descansado en casa unos días, sus heridas casi habían sanado por completo.

Al menos, vestido formalmente, no se notaban los signos del accidente, aunque aún llevaba una venda en la mano izquierda; la herida había sido profunda y el calor creciente del clima no ayudaba a su recuperación.

marchó

continuaba escribiendo sin levantar la

cerró la puerta detrás de ella y observó el montón de documentos en el escritorio, que

objeto en la mesa, Rafael hizo una

dijo, “Te traje comida… todo nutritivo. Deja de

Rafael sonrió ligeramente.

tapa de la fiambrera, el aroma de la comida se esparció

a sentir hambre al olfatear los platos preparados por ella. Tomo un tenedor y empezó a devorar la comida con

favor,” le

fiambrera térmica quedó vacía, y hasta el

y justo cuando iba a irse con la fiambrera, Rafael

puerta y dijo. “No bromees, ¿y si

importa? ¿Quién no sabe lo nuestro?” Rafael respondió con despreocupación.

quedó callada,

Parecía tener razón…

su compromiso, sino que también habían estado encerrados en la oficina por un tiempo, y al salir, era evidente para los demás

entre ellos.

de la lesión en su costilla, lo empujó un par de veces sin mucha fuerza, antes de que

sus labios que él había dejado, mientras se levantaba intentando. escapar y decía, “Rafael,

la mano y cerró

pasa?” preguntó

un día”, dijo Rafael, levantándose, su alta figura la protegia del sol que entraba en la oficina, “¡No lo voy a revisar,

propuso, “¿qué tal si vamos al cine? Hace mucho que no vamos. Podríamos pasar a buscar Nono y vamos todos juntos. Acaban de estrenar una pelicula animada de Estados Unidos,

pasado casi todos los días en el hospital cuidando de él y se había descuidado un

día en la villa, Nono era como una sombrita pegajosa, siempre tras ella, llamándola “Vivi’

parar.

vamos a buscarlo”, dijo Rafael de repente.

“No seas asi…”

quería pasar un rato a solas con ella e intentó

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