Capítulo 625

Marisol se giró y justo en ese momento chocó con la mirada seductora de Antonio.

La luz tenue dentro del carro hacia que esos ojos, ya de por si encantadores, parecieran aún más irresistibles, haciendo que su corazón se saltara un latido. La cercanía en el espacio reducido la ponía nerviosa, y sin pensar, cruzó los brazos frente a ella.

“¿Qué es lo que pretendes hacer?!”

Marisol, con una expresión de alerta, comenzó a alzar la voz en tono amenazante, “Te advierto! Aunque sea tarde, estamos cerca de un edificio residencial, y con un solo grito puedo traer al guardia de seguridad, creas o no!”

Antonio la observó tranquilamente mientras ella seguia con su teatro, y luego dijo con pereza, “Espera en el carro.”

“¿Tan buena persona eres?” Marisol preguntó con escepticismo.

Antonio no perdió más palabras, y con una acción le mostró lo que queria decir, apartando sus manos del volante, apoyando un codo en la ventana del carro, sacó un cigarro, lo encendió y lo llevó a sus labios, dejando que el aroma del tabaco llenara el aire.

Marisol lo observaba, indecisa, y después de verlo exhalar el segundo anillo de humo, frunció el ceño y volvió a sentarse en el asiento del copiloto, sacando su teléfono para pasar el tiempo jugando League of Legends. Tras perder dos rangos consecutivos, salió del juego mordiendo los dientes de frustración.

Miró hacia afuera, moviendo su cabeza de un lado a otro, y observó que la luna colgaba en el cielo nocturno. Habían pasado más de veinte minutos y aún no había señales de su colega Gisela Giró la cabeza para mirar a su lado.

Antonio, en algún momento, se había quedado dormido. Reclinado hacia atrás en el asiento del coche, bajo la luz no tan clara, sus facciones se velan especialmente claras y apuestas.

Marisol notó que él se había cruzado de brazos sobre su pecho.

El aire acondicionado seguía encendido y la temperatura dentro del carro era bastante fria. Cuando él había subido al carro después de la fiesta, su chaqueta de traje la habia dejado casualmente en el compartimiento de almacenamiento al lado, y ahora su camisa de seda dejaba al descubierto sus brazos, que parecian estar frios.

“Supongo que es lo menos que puedo hacer por tu amabilidad…”

Murmuró Marisol y con mucho cuidado tomó la chaqueta

Se inclino para cubrirlo con la chaqueta,

  1. a. pero cuando estaba a p punto de retirar su mano, el agarró su muñeca con

    fuerza

    la vista sorprendida hacia él. Sus ojos, que habia abierto en algún momento, la miraban

    intenso que parecía absorberla, y aunque estuvieran a unos pocos centimetros de distancia, le costaba resistirse a esa mirada. Al darse cuenta, su rostro se puso tan rojo como el fuego y rápidamente intentó retirar

    que tiró de ella

    noche en el hospital, ella cayó sobre él en una postura bastante intima, sin previo aviso, sintiendo

    sus sentidos y el ritmo de su

    “Tu…”

    nerviosismo, pero de pronto una mano firme se posó

    luego, presionó hacia abajo.

    con los ojos bien abiertos, como sus labios se encontraban con

    sorda por un momento, y lo único que podía sentir claramente era el latido de su corazón bajo su

    13.02■

    Capitulo 625

    acto de necesidad,

    importaba cómo luchara, no

    la soltó cuando noto que no podia respirar y la faltaba oxigeno, su expresión se volvió un tanto

    lo estás

    masculina y grave sono burlona.

    en si, y una oleada de calor se extendió por su rostro. Indignada, levantó

    ¡Solo quería cubrirlo con una

    la suya una vez más? En el instante en que levantó la mano, la atrapó y con un

    ¡Mentira!

    vergüenza,

    las sombras, Marisol pudo distinguir la silueta de Gisela en el asiento del copiloto de un taxi, Gisela extendió rápidamente la mano

    la cabeza agachada buscando monedas en su bolso. No notó a Marisol hasta que ella se acercó, “Marisol, chas esperado mucho? Lo siento, no pensé que

    la mano y tiró

    todavia estaba estacionado en su lugar. A

    rápidamente su mirada

    pijama, se apoyo en el marco de la puerta del baño, mirándola sorprendida, “Llevas diez minutos cepillándote los dientes desde que entraste, no te da miedo

    y justo como el mal augurio de Gisela, habia

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