Las expresiones de Sion, Edgar y los demás cambiaron de golpe. Utilizaron a toda velocidad su energía marcial para formar una gran barrera negra a su alrededor.

¡Bum!

El loto explotó en el aire por encima de ellos, provocando una aterradora onda expansiva en todas direcciones. Las innumerables chispas que produjo la explosión habrían caído sobre ellos de no ser por la barrera.

Tan pronto como la barrera fue quemada por las llamas, comenzó a derrumbarse.

Como resultado, chispas de llamas se posaron en sus cuerpos. Aunque la fuerza del fuego espiritual había disminuido, aún era capaz de quemarlos. Sus ropas se incendiaron llenas de agujeros mientras saltaban presas del pánico.

Un sudor frío cubrió la frente de Jaime. Usar aquella enorme cantidad de energía mental lo había agotado demasiado, tanto que se sentía bastante mareado.

La multitud se sorprendió de que él solo fuera capaz de poner a Sion y a los demás en un estado tan miserable.

«Si hubieran sido ellos los atacados, tal vez ya habrían sido asados».

Astrid, que se había quedado en un rincón, miró a Jaime con curiosidad y respeto. En ese momento, su opinión sobre él había cambiado mucho.

«No esperaba que sus capacidades superaran su imaginación una y otra vez. Su tenaz perseverancia está sin duda fuera del alcance de la gente corriente».

—¿Qué están mirando? ¡Mátenlo de una vez! —Edgar rugió a la multitud; sus ojos llenos de rabia.

El grupo de gente intercambió miradas entre sí. Si Sion y los demás seguían siendo llevados a un estado tan miserable por Jaime, incluso después de haber trabajado juntos, ¿no significaría eso que la multitud tenía aún menos posibilidades de ganar?

que nadie atacaba, Edgar

ustedes se niega a atacar, no piensen

por

¿De qué hay que tener miedo? —gritó Jesús

lo siguieron a toda prisa para atacar a Jaime. Sion

Espada Matadragones. En

un rugido atronador, blandió la Espada Matadragones en dirección a sus enemigos con todas

instante en el cuerpo

¡Bang! ¡Bang! ¡Bang!

¡Clink! ¡Clink! ¡Clink!

ataques de sus enemigos. Sin embargo, estar a la defensiva parecía inútil. En un segundo, su cuerpo ya había sido herido y ensangrentado hasta el punto

miseroble por Joime, incluso después de hober trobojodo juntos, ¿no significorío eso

nodie otocobo, Edgor

de ustedes se niego o otocor, no piensen que conseguirán olgo

por fin olguien

qué hoy que tener miedo? —gritó Jesús mientros

poro otocor o Joime. Sion y Edgor se

empuñoduro de lo Espodo Motodrogones. En sus ojos

blondió lo Espodo Motodrogones en dirección o sus enemigos con todos

ol instonte en el cuerpo de dos personos, pero los demás siguieron corgondo hocio

¡Bong! ¡Bong! ¡Bong!

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