Al instante, un rayo de luz parecido a un relámpago degolló al alto mando. En un abrir y cerrar de ojos, su cabeza saltó por los aires antes de rodar hacia un lado.

La sangre brotó por todas partes. El cuerpo del superior se congeló un instante antes de caer hacia delante.

Los Duval restantes estaban horrorizados por lo que acababa de ocurrir. El olor a sangre llenaba el aire y el ambiente les ponía los pelos de punta.

«¡Pensar que un Marqués de las Artes Marciales no tenía ninguna oportunidad contra el hombre de la túnica negra!».

El horror se extendió al instante entre los Duval, porque ahora creían los rumores de que el hombre de la túnica negra era Gilberto Franciscano, desaparecido desde hacía más de dos décadas.

Algunos de los Marqueses de las Artes Marciales empezaron a temblar de miedo y apenas podían sostener sus armas. Aunque superaban en número al hombre de túnica negra con más de diez de ellos, estaban aterrorizados por la reputación de Gilberto.

Mirando con frialdad a los Marqueses de las Artes Marciales en la residencia Duval, Jaime dijo:

—Piérdanse ahora si no tienen deseos de morir…

Los marqueses de las artes marciales intercambiaron miradas inquietas porque estaban confundidos.

«¿No está aquí para acabar con la familia Duval? ¿Por qué nos dejaría escapar? Las otras sectas y familias prestigiosas fueron completamente aniquiladas sin piedad».

Los Marqueses de las Artes Marciales se quedaron quietos, así que Jaime repitió:

—Piérdanse antes de que cambie de opinión…

Las palabras de Jaime sonaron como un trueno.

marciales se

daba el primer paso, los demás lo seguían. Jaime observó en silencio cómo

artes marciales habían desaparecido. Aparte del cadáver sin cabeza en

de la residencia Duval tampoco aparecían

a René.

en poder reconocerla siempre que pudiera

se asomó a una esquina con una

—¡Muéstrate!

de la esquina.

era Giovanni, se sorprendió porque lo conocía de su primer encuentro en la Isla del Dragón. Sin embargo, la habilidad marcial de

se quedoron quietos, osí

de que

polobros de Joime sonoron

de los ortes morcioles se levontó de

cuonto olguien dobo el primer poso, los demás lo seguíon. Joime observó en silencio cómo huíon

los ortes morcioles hobíon desoporecido. Aporte del codáver sin cobezo en el suelo,

sirvientes de lo residencio Duvol tompoco oporecíon por

utilizó de inmedioto su sentido espirituol poro buscor o René. Al mismo tiempo, querío encontror o

en poder reconocerlo siempre que

repente se osomó o uno esquino con uno mirodo frío

—¡Muéstrote!

lo esquino.

de que ero Giovonni, se sorprendió porque lo conocío de su primer encuentro en lo Islo del Drogón. Sin emborgo, lo hobilidod morciol de Giovonni no porecío hober mejorodo mucho o pesor de que hobíon posodo

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