Capítulo 6

Samuel no lo negó. Por lo que Kathleen estaba furiosa y frustrada. Sin embargo, por su aspecto, no parecía intimidante en absoluto aunque estuviera enfadada.

—Samuel, será mejor que escuches —dijo ella mientras lo miraba muy seria. Sus mejillas rojas eran evidentes en su piel clara, los tirantes de su camisa estaban sueltos y sus esbeltas piernas estaban expuestas. Era una escena hermosa. Él entrecerró los ojos hacia ella mientras su mirada se oscurecía.

—¿Cómo me acabas de llamar?

—Samuel —Kathleen estaba enfadada, y sentía que era bastante intimidante. Sin embargo, no era el caso a los ojos de su esposo. Para él, ella era igual que un gatito blanco enojado con el pelaje erecto.

—¡No una persona que se retracta de su promesa! Me parece bien que desees divorciarte. Sólo que no quería provocar a la abuela ya que no se siente bien. Así que no quería hacerle daño —explicó enfadada, con los ojos rojos. «¿Cómo pudo dudar de mí de esta manera?», se enfureció.

Cuando Samuel vio que ella estaba enfadada, le dijo en un tono más suave:

—Está bien. Entendí mal.

Kathleen resopló y Samuel le pellizcó las mejillas.

—Te ayudaré a descascarar los cangrejos más tarde.

En el momento en que ella escuchó «cangrejos», tuvo ganas de vomitar. A pesar de eso, tuvo que aguantarse cuando Samuel estaba frente a ella.

—Hoy he ido al hospital a hacerme un chequeo —dijo en voz baja. Samuel preguntó con indiferencia:

—¿No has dicho que no estás embarazada?

—Sí, no lo estoy. Pero el médico dijo que tengo un estómago débil y me dijo que no comiera nada frío.

«Así que esa era la razón». Samuel la miró.

—Eres muy frágil.

Kathleen se mordió el labio:

—Eres tú quien me ha mimado tanto que ya me he acostumbrado a ello. Si sigues burlándote de mí, no me divorciaré, ya que no es fácil encontrar a alguien que me trate igual.

Se arrepintió en el momento en que terminó de hablar porque sabía que Samuel se enfadaría. Pero para su sorpresa, no lo hizo. Se limitó a decir:

—Aunque ya no estemos juntos, te he dicho que tendrás todo lo que te mereces. Cuando nos divorciemos, podrás seguir tu vida como siempre y actuar como antes. Nadie te va a intimidar.

Kathleen fijó su mirada en él. «¿Hola, Sr. Mentiroso? ¡Me estás intimidando ahora mismo!»

está lista —la voz

—¡Bien! ¡Ya vamos! —respondió.

prisa. Christopher también está aquí —instó

—¡Bien!

Wynnie se dio la vuelta

—Samuel miró a Kathleen con

Ella preguntó sorprendida:

—¿Qué hace Christopher aquí?

el primo mayor de Samuel. Su madre era la hermana mayor de Wynnie:

qué me haces tantas preguntas?

momento, se sintió como si estuviera en el cielo, pero al momento siguiente, se

revelador. Esta noche cenaremos con

—Kathleen estaba confundida. Samuel entrecerró los

—Christopher.

Christopher miraba a Kathleen. No era la de un pervertido, sino que era una mirada de anhelo por algo que no se podía tener. Aun así, era su primo mayor, y los dos estaban tan unidos que eran inseparables desde pequeños, así que no podía decirle

pensaba que Samuel estaba de mal humor por la enfermedad de Nicolette. Ni siquiera

blancos anchos antes de

Cuando su exquisita clavícula quedaron al descubierto al mismo tiempo, su aspecto era encantador. A Samuel no le gustó eso. Se acercó a

—cuestionó

—No te queda bien.

coma si no lo

—Samuel levantó la

se puso de puntillas para intentar recuperarlo. Medía ciento sesenta y ocho centímetros, pero frente a Samuel, que medía ciento

contra el cálido cuerpo de Samuel, y su débil mano se apoyaba en el pecho de él mientras ponía toda su fuerza para recuperar el lazo del

había apartado. Eran una pareja casada, así que habían hecho lo que haría una pareja casada. Por eso,

repente, puso sus brazos contra la esbelta cintura de ella mientras se inclinaba para hablar junto

conseguirlo cuando es obvio que no puedes alcanzarlo? ¿Por qué no me suplicas como

lazo de pelo. Seré un buen chico». Pero ahora, ella no lo decía, y a él no le gustaba la forma en

apartó y lo miró con

es porque no podemos volver a

ha quedado atónito y Kathleen extendió la

rogara, pero la mirada de ella y

apuesto rostro de Samuel se ensombreció mientras caminaba hacia el

los dientes. Él salió de la habitación

la residencia, no tenía muchos de sus productos de cuidado con ella. La mayoría de

lazo para el pelo que Samuel acababa de tirar por la ventana era el

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