ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 32. El sartenazo de tu vida

Nahia le soltó un puñetazo en la nariz que no le hizo a Aaron ni cosquillas.

-No querías pegarme de verdad -la provocó mientras la rodeaba con sus brazos para atraerla y ella forcejeó para soltarse.

-¡Déjame, Aaron! -protestó. ¡Te dije que no quiero estar ni cerca de ti!

-Mentirosa… sonrió él mientras tiraba de ella y la arrastraba hasta quedar sentada a horcajadas sobre él-. Yo no te engañé, nena. Sabes que yo jamás te haría algo así…

-¡Seguro, y yo vi al espíritu santo! -espetó ella molesta.

-Noooo ese de santo no tiene nada, pero no fue a mí a quién viste, nena -murmuró estrechándola con tanta fuerza que ella gimió-. Te amo, mi mulita terca, te amo con todo mi corazón…

-¡No te creo!

-Y tú me amas con todo tu corazón…

-¡Eso tampoco me lo trago! -le gruñó ella mirándolo a los ojos y Aaron hizo un gesto de exasperación.

-¡Otra cosa es lo que te vas a tragar, Nahia! ¿Quieres ponerte terca de verdad? ¡Bien! ¡Los dos podemos jugár a eso! 5

La aplastó contra su pecho y su boca impactó contra la suya mientras ella peleaba por zafarse.

mordió tres veces, pero por cada mordida se ganaba una nalgada y no una suavecita. Una de las manos de Aaron se apoderó de su nuca para controlar aquel beso y la escuchó gruñir contra su boca mientras su lengua la exploraba con desesperación.

Aaron acarició con suavidad la espalda de Nahia mientras sus besos se volvían más profundos. Ella intentaba resistirse, pero sus sentimientos la traicionaban, su cuerpo le pedía a gritos que se entregara al placer de aquellas caricias y de aquellos besos.

-Te odio le gruño sin poder contenerse.

-Pues dicen que del odio al amor solo hay un orgasmo -rio él sosteniéndola más fuerte para que no se le escapara. 2

Su resistencia se fue debilitando poco a poco y en cierto punto no le quedó más remedio que soltar todas sus defensas para rendirse al beso, devolviéndoselo con la misma desesperación. El cuerpo de Nahia comenzó a temblar sobre el de Aaron y a medida que el deseo se apoderaba de ambos.

con suavidad sobre los de Nahia, como si una corriente eléctrica los uniera. Su

llevó más tiempo que sacarle la blusa

recorrieron aquella piel con la misma devoción que, un rato antes, sus

  • hecho al deslizarse por aquel cuerpo. Su lengua se fue trazando círculos y dibujando letras en la piel de Nahia mientras ella gemía dulcemente apretando sus manos contra el cabello de él.

más ganas a medida que sus caricias tocaban los puntos más sensibles del cuerpo de Nahia, haciéndola temblar

desnuda, incitándola a que disfrutara de aquel placer

jugaba y excitaba todos sus sentidos y Nahia se

los calientes y húmedos rinconcitos de su cuerpo, que se mojaron en un

pero solo lo escuchó reír mientras ella le

sexo…“, se repetía Nahia, pero jal

la maleta de viaje que había en el asiento trasero y sacó un paquete plateado, pero

diablos tienes

te importa? ¡Pero no pienso hacerlo sin protección! -siseó ella-. ¡Sabrá dios con cuántas

Nahia! ¿Pero tú que haces con esto…?

que no iba a responderle y él terminó arrancándole el paquete de la

mano.

jugar, en serio? -gruñó molesto y le dio la vuelta, sacando todo lo que había en el

trasero y se apoyaba en

su clitoris, dándole placer y haciéndola gemir con cada toque. De un momento a otro la penetró con fuerza y profundidad, llenándola hasta el fondo, hasta que Nahia gimió y todo su cuerpo se estremeció bajo el placer. Se movía dentro de ella con un ritmo frenético,

no te puedes acostar con nadie que no sea yo! rezongó él, soltándole una sonora palmada en el trasero.

de Nahia y sus ojos se abrieron desmesuradamente, permitiendo que Aaron captara todo el brillo que emanaba de ellos

sensación de placer que la invadió mientras lo sentía embestirla. Aaron empujaba profundamente cada vez con más fuerza, haciendo que el calor se

del climax, sintiendo como el placer de Aaron entraba en ella y crecía desde el fondo de sus entrañas. Sus movimientos eran cada vez más rápidos y violentos, sudando los dos entre besos y jadeos hasta que fue

último empujón la hizo estallar en mil pedazos mientras se mordía los labios para no gritar su nombre desde lo profundo de su alma. Lo sintió tensarse y correrse con el rostro perdido entre sus

Nahia no podía dejar de sonreír ante la sensación

estaba y él la siguió apurado. Nahia sentía

él y Nahia se subió al auto, incluso mojada

el auto y se alejó de

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