CORAZONES ATADOS. CAPÍTULO 37. ¡Tenemos tres bebés! 

Dos meses después… 

Maddi respiraba de manera superficial mientras pensaba si abrir o no los ojos. Tras ella podía escuchar el ronroneo de James y sentir el calor de sus manos recorriéndola. 

-Solo tienes que decirme lo que quieres, nena… ¡Dímelo! -ordenó él con tono 

demandante mientras le rozaba el cuello con los labios-. Dime cómo te hago feliz en la cama? 

-Déjame dormir… -murmuró ella y no pudo evitar la risa cuando lo escuchó protestar y refunfuñar. 

-¡Maddi! ¡Yo también quiero! ¡Me tienes desatendido! -dijo James con un puchero y Maddi abrió los ojos con un suspiro y lo miró. 

-¿Desatendido? ¿Serás desvergonzado? ¡Te hago el amor siete veces por semana! -le reclamó intentando aguantarse la risa. 1 

-Sí, pero hoy no me has hecho nada -dijo él con un tonito desafiante que la hizo achicar los ojos. 

Abrió los brazos y le dijo con una sonrisa pícara. 

-Pues este cuerpo es suyo, señor King. Venga y trabájelo. 

A James se le hizo agua la boca mientras le abría el camisón de dormir y recorría su cuerpo con los labios. Había cosas muy eróticas en que su mujer tuviera aquella pancita y una de ellas era que ya no podía ver nada de lo que le hacía mientras su boca se perdía entre sus piernas. 

Maddi gimió suavemente mientras James acariciaba todo su cuerpo, provocándola y tentándola. Le besó y mordisqueó el cuello, haciéndola retorcerse de placer. Trazó un sendero de besos hasta sus pechos y los chupó, apretándolos con las manos mientras mordisqueaba, despertando sus pezones a aquella excitación y haciéndola gritar su nombre. 

-¿Te gusta eso, nena? -preguntó sintiendo aquel sabor dulce caer en su boca. 

-¿Quieres que te suplique? -preguntó ella y lo escuchó reír. 

Maddi gimió más fuerte cuando James levantó una de sus piernas y la puso sobre su hombro, abriéndola aún más para que acceder mejor a todo su cuerpo. 

James se tomó su tiempo para saborearla, hasta que ella estuvo gritando y pidiendo que la llevara al cielo. Maddi sentía su erección presionando contra su muslo y ni siquiera era capaz de expresar cuánto la deseaba. 

-¡Ricitos! -jadeó desesperada-. Te necesito dentro de mí ahora. Por favor… 

Él se incorporó entonces, sonriendo triunfante mientras la penetraba lentamente. Ella arqueó la espalda para recibirlo mejor y James enterró los dedos en sus caderas para controlar aquel movimiento fluido que la tenía pegada a él. Maddi era incapaz de pensar en nada más que en lo bien que se sentía y en cuánto quería a este hombre que sabía sacarle toda su pasión. 

James la tenía sujeta con una mano mientras la otra acariciaba su clítoris, provocando que Maddi gritara y se tensara debajo de él, gritaba y suplicaba que la llevara más rápido, pero él sabía exactamente cómo llevarla al borde del orgasmo, así que siguió con 

aquellos movimientos lentos y profundos. 

-¿Me vas a hacer suplicarte de verdad? -le susurró ella en un oído-. Sabes que no me canso de ti…. 

-Eso es bueno porque yo tampoco me canso de ti -respondió James besándola-. Aunque tengamos ochenta años, seguiré queriendo follarte todos los días. 

Maddi rio ante esa promesa y se apretó contra él, buscando aquella boca que la hacía enloquecer… pero no la alcanzaba. 

James sonrió con maldad cuando la vio molestarse y le dio la vuelta, haciéndola ponerse de rodillas y apoyar las manos en la cabecera de la cama, abriendo sus piernas mientras se deslizaba dentro de su apretado sexo. 

James tomó el control mientras suplicaba entre jadeos

el miembro de James se abría camino dentro de ella, enviando descargas de exquisito placer por todo su

la embistió una y otra vez, adorándola, mimándola, besándola,

se estremecieran juntos. James siguió penetrándola unos instantes más antes de

por la ventana. Era un momento perfecto para estar juntos, y ninguno de los dos podía creer lo afortunados que eran de haber encontrado al amor

está la capitana? -preguntó James con una sonrisa

está en el

tres soldados rasos cómo están? -rio él.

uno está pateando dijo Maddi concentrándose.

nuestro niño, que seguro escuchó la acción

echó a reir con alegría y lo besó despacio.

digo lo que estoy pensando? -le

el amor de nuevo y todos

nadadores eran pocos y lentos o de lo contrario me hubieras

pensativo. 

Ya sabes que Sabrina y el conde Westerfield se divorciaron,

arrugó el

es relevante porque…?

el conde me dijo que

se quedó boquiabierta de la impresión. Entonces… ¿la que no podía tener hijos era ella? ¿Pero y tus resultados?

se encogió de hombros.

meterme en ese pozo de miseria porque ya

un médico en el que confiemos! -Pero Maddi… ya estás embarazada. ¿Qué necesidad hay de repetirla? -murmuró James. -Pues que este embarazo salió por la confianza, ricitos, yo ni me imaginaba que iba a pegar uno, no digamos ya tres, pero si de verdad no eres estéril cuando estos

día fueron con un nuevo especialista que les indicó el examen para saber qué

cabeza por la puerta del cuartito, que estaba llena

los labios, cualquier experiencia con Maddi era una experiencia

animar a tu esposo? -preguntó y a Maddi le brillaron los

la

a James los resultados del espermiograma, con

dios! Pues no están tan feos -dijo Maddi viendo la fotografía-. Parecen

muchos -replicó el

análisis decía que… bueno, que

treinta, pero no es como si no tuviera con qué pelear. En cuanto a los

análisis

a él

atrevería a hacer esa acusación, pero debe saber que usted embaraza, sus trillizos son prueba de ello, y que no es solo

agradeció al doctor y salieron de la consulta mientras Maddi llevaba la foto de los

a propósito? -preguntó Maddi

daño que ella no haga a propósito? -replicó James-.

vida, y tú querías un hijo. A lo mejor creyó que si sabías de su esterilidad la

no tenía problemas con adoptar -murmuró James mientras la ayudaba a

quiso crearte culpa, que fueras tú el que no pudiera tener hijos para que dejaras de molestarla -dijo ella-. En cualquier caso ya no vale la pena pensar en eso, James. Lo mejor que podemos hacer es

y se aguantó

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