Capítulo5

Por eso Clara sabía que esos ejecutivos de la empresa hablaban mal de ella a sus espaldas.

—¡Qué cabrones! Clara es la única hija de los Pérez. ¡Qué gente tan entrometida!

Aarón, el secretario, que iba sentado en el asiento del copiloto, estaba tan enfadado que se le sonrojó la cara.

—Pero si me importa un carajo, por qué te enfadas tú más que yo.

Clara soltó una carcajada y su delgada mano se acercó y pellizcó la mejilla de Aarón, la cara del jovencito se puso aún más roja.

—Oye, tú eres el futuro presidente de KS, puedes comportarte, quita la mano de encima de Aarón—Diego frunció ligeramente el ceño.

—¿Qué pasa? Si a los varones se les permite molestar a las secretarias, ¿por qué yo, una jefa, no puedo tocarle la cara a un secretario varón?

Clara se quejó.

—¡Debería alegrarse de que le haya tocado!

Diego sacudió la cabeza con una ligera sonrisa de cariño y ternura.

Los Pérez fueron acompañados por los ejecutivos mientras entraban en el hotel.

José Luis intentó guiarles hasta el ascensor de los VIP, pero, para su sorpresa, Clara dijo.

—Me gustaría ir primero al restaurante.

¡Qué bien! Llegó la nueva jefa y lo primero que hacía era inspeccionar.

José llevó a Clara y a los demás al restaurante con miedo y preocupación.

Diego se quedó allí de compinche, dejando que su hermana desempeñara su papel.

En ese momento, el restaurante aún no estaba abierto para los clientes, pero los camareros ya están preparándose para el almuerzo.

Clara recorrió atentamente la vajilla y se detuvo de repente en la sección de marisco.

Se arremangó la camisa, metió la mano en la vitrina y sacó un camarón muerto de entre cientos de ellos.

—Explícame esto.

es sólo que ……— José se sintió trastornado

muerto, ¿qué te parece si te invito con

camarones, es normal que haya

el camarón muerto se convierta

trescientos cincuenta y seis camarones en esta caja de cristal, acabo de echar un vistazo casual y ya he encontrado cinco camarones muertos, y hay más de treinta camarones que no tienen buena pinta. No sé cómo se sentirán los clientes al comer tales cosas a un precio de 100 dólares, pero si yo fuera el cliente, ¡no volvería a poner un pie

y debemos encontrar un nuevo proveedor. Si mañana encuentro otro camarón muerto para el almuerzo, te los traeré todos para que

le temblaban las piernas,

Aarón sabían que Clara tenía una gran memoria y que utilizó esta

camarones

parte de las habitaciones de huéspedes, Clara pidió un pañuelo blanco directamente a Aarón y lo rozó contra las paredes y

está bien limpio, hay polvo, vuelve

se sintieron

pensando

un hotel de cien años puede ser derrotado por detalles descuidados, y si estos dos problemas que

hizo un gesto a Aarón, que comprendió y ordenó con voz grave. —Abra

jefes, se limitaban a preparar dos habitaciones de muestra para que las vieran,

mucho más estricta

miró el cuarto de baño,

su expresión

no decir nada. Al terminar la inspección,

después de la inspección?—preguntó

—¡Es un desastre!

el sofá, apoyó el codo en el reposabrazos y suspiró. —¿El viejito me está poniendo a prueba o me está tomando el pelo? Este hotel es horrible.

también nos basamos en la industria hotelera en los primeros años, para luego poder

tantas propiedades y

suspiró, sintiéndose impotente. —Hermanita, esto va

ese momento, Clara se fijó en

contuvo la respiración por

que pusieran este piano ahí, recuerdo que solías tocar el piano

Diego parpadeó.

realista, así que si estás cansada puedes tocar algunas melodías. Recuerdo

hace mucho que

herida en lo más profundo de su ser, que

—¿Por qué?—Diego se sobresaltó.

por accidente la mano mientras rescataba heridos en la zona de guerra, y me rompí los ligamentos del dedo meñique,

de contar el incidente en el tono

dolor en el corazón y se puso

por Alejandro Hernández por lo

a la

gran sonrisa. —Me hirieron por salvar el mundo, al menos puedo tener

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